Parece que la «mascletá» de Almeida ha surtido el efecto temido

•18 febrero 2024 • Deja un comentario

Vamos a ver, que los valencianos hagan una “mascletá” o quemen una falla, porque allí es una tradición pues… lo puedo aceptar.

Pero que el alcalde de Madrid se monte la película con la alcaldesa de Valencia, y haga explotar en pleno Manzanares y cerca de la Casa de Campo, más de 300 kilos de pólvora, pese a las advertencias de los animalistas, que ya le informaron de que en la zona hay una gran biodiversidad, sobre todo de aves (unos 130 tipos), que sufrirían con el pavor que les iba a causar el estruendo… ¡De traca!

Al señor alcalde de la capital, lo de los “bichos” le debe parecer una chorrada, y lo importante para él ha sido montar el numerito de las 26 falleras, y eso tan necesario de estrechar relaciones (¿) con los valencianos, trayendo aquí el producto de la tradicional industria valenciana de la pirotecnia.

Desde luego no han sido unos cuantos cohetitos, sino -como decía- más de 300 kilos de pólvora con los que han atronado el aire de la ciudad, añadiendo una cruel contaminación acústica a la habitual contaminación atmosférica de Madrid.

Por cierto, al parecer, la misma empresa valenciana que le ha cobrado a Almeida 46.000 euros de dinero público por la mascletá, le facturó en 2023 al Ayuntamiento de Valencia sólo 8.500 euros por una mascletá de 260 kilos de pólvora. Vamos, que se la ha metido doblada al regidor madrileño, cobrándole casi cinco veces más que a los de su tierra. Supongo que debe ser para estrechar las relaciones y tal.

A mí toda esta historia me suena a chulería castiza: “¿Que no hago yo una mascletá en pleno Madrid, en el rompeolas de las españas, en la capital del reino?.. Pues vas a ver, y más gorda que las de allí.

Nos llega la foto de un pato muerto en la calle, que no puedo asegurar que sea auténtica en plena era del “fake”, pero el que la subió a Internet asegura que la hizo un vecino de la zona del Manzanares. Sea falsa o cierta esta información gráfica, de lo que no hay duda es de que miles de aves han huido de la capital en el momento del estruendo, abandonando un espacio que todos considerábamos protegido.

Que les pregunten a los milanos, los petirrojos, los picapinos, los herrerillos capuchinos, las garzas reales, los agateadores, los reyezuelos, los mochuelos o los zampullinos si les ha gustado la mascletá de Almeida. O que se lo pregunten a los animales de Zoo, que tampoco estaban muy lejos.

Es un sufrimiento absurdo, innecesario, cruel e inhumano para los animalitos, y es un acto absurdo e innecesario para los ciudadanos. Y no me vale que me digas que ha ido un montón de gente a verlo; en esta ciudad siempre va a haber gente que, con tal de salir a darse un garbeo, se apunta a lo que sea. Además, se comenta que la mayoría eran valencianos nostálgicos que viven aquí, o que habían sido traídos para la ocasión.

Y, como colofón de todo este despropósito, resulta que el alcalde ha faltado a su propia convocatoria “en señal de duelo” por la muerte -lamentable sin duda- de dos ancianas en una residencia de la capital. Que digo yo, que él y sus compañeros de viaje político, pudieron tener la misma sensibilidad cuando murieron más de 7.000 ancianos solos y desatendidos en las residencias de la Comunidad durante la pandemia.

¿QUÉ HAN HECHO CON MI PUERTA DEL SOL?

•25 enero 2024 • Deja un comentario

Hoy he ido, después de cerca de tres años de no aparecer por allí, a ver cómo había quedado la remodelación de la Puerta del Sol que ha hecho José Luis Martínez-Almeida. Y, bueno, ha sido una montaña rusa de sensaciones, básicamente desagradables.

Para empezar, yo habitualmente entro en la plaza por la calle de Alcalá y, desde los años 60, me gustaba ser recibido por la emblemática escultura del oso y el madroño. Pues ahora el oso me pilla de culo (literalmente veo el culo del oso) porque lo han girado hacia la derecha, y sólo ves el conjunto en todo su esplendor cuando ya estás dentro de la plaza.

Me sorprende, y me espanta a la vez, que no hayan aprovechado las obras para cargarse la cúpula poliédrica, el caleidoscopio, la doble joroba de cristal que cubre la entrada a la estación de cercanías, cuyo diseño choca ofensivamente con la arquitectura de la plaza en general y, en particular, con el edificio que es sede del gobierno regional y que data del siglo XVIII.

En lo que respecta a la estatua ecuestre del rey Carlos III, si antes la efigie del monarca miraba a la fachada del edificio más antiguo de la plaza, la que fue Real Casa de Correos y actual sede del gobierno de la Comunidad, ahora está prácticamente en una esquina, rodeada por una fuente simplona y fea en la que ni siquiera pueden posarse las palomas, pero que al parecer ha costado casi 800.00 euros. Y, para remate, el monarca de bronce ha quedado mirando hacia el anuncio del “Tío Pepe” que, si bien tiene solera en la plaza, no parece que sea lo más apropiado.

En cuanto a los “bancos”, o mejor diré los bloques de hormigón habilitados para que se sienten los ciudadanos, son de una fealdad y una vulgaridad verdaderamente ofensivas.

Y para rematar el maltrato a nuestra histórica y muy querida Puerta del Sol, dos grupos de estructuras cilíndricas de cristal. Simplonas, impropias, chocantes. Uno frente a la tienda de Apple, y el otro al lado opuesto de la plaza, junto a la pastelería La Mallorquina. Parece que algún “emprendedor” ha considerado que era necesario que en la plaza, precisamente dentro de la plaza, hubiera quioscos para vender periódicos y revistas, boletos de lotería, billetes para pasear en el BigBus Madrid, un estanco, agua, refrescos, souvenirs… En fin, un mercadillo que produce auténtica vergüenza ajena.

Todo esto se amontona a los lados mientras el centro de la plaza es un erial peatonal de grandes losetas de piedra gris; un pavimento ralo, feo, que ha costado él solito la friolera de 3,6 millones de euros.

Sólo se ha salvado de este despropósito urbanístico la escultura de La Mariblanca, que continúa en su emplazamiento y situación originales, cerca de la desembocadura de la calle Arenal.

Y lo que ya me resulta incomprensible, inadmisible, y casi indecente, es que el Ayuntamiento se haya gastado casi once millones de euros en convertir la Puerta del Sol, nuestra Puerta del Sol, en un infumable amasijo de cemento y cristal.

Pero claro, Madrid es una ciudad de oportunidades para los emprendedores y hay que hacer que el dinerito se mueva y nuestros empresarios estén contentos. Es lo que tiene la política.

LA INNECESARIA PSICOSIS POR EL CORONAVIRUS

•25 febrero 2020 • Deja un comentario

Algo no me cuadra en este tema del coronavirus COVID 19. Tengo la sensación de que alguien está sacando las cosas de quicio para obtener tajada, pero aún no estoy en condiciones de asegurar ni quién ni para qué.

Los coronavirus son una familia de virus que se descubrieron en los años sesenta y que no se sabe realmente cuál es su origen. La mayoría no son demasiado peligrosos y se pueden tratar con eficacia. De hecho, muchísima gente se infecta a lo largo de su vida con un coronavirus, sobre todo en la infancia… Y no le pasa nada.

CORONA VIRUS-2

En los últimos años se han registrado varios brotes epidémicos de coronavirus:

SRAG-CoV: que se inició en noviembre de 2002, también en China, y que afectó a 8.000 personas de 37 países y dejó 700 muertos (aproximadamente el 10% de los afectados). Se trató sin duda de un síndrome respiratorio agudo grave.

MERS-CoV: así se llamó al coronavirus que causó el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS), localizado por primera vez en 2012 en Arabia Saudita. De este virus se han reportado hasta octubre pasado más de 2.400 infectados en diversos países, entre los que se han producido más de 800 muertes (una letalidad del 35%).

COVID-19: nos dejó sus primeros infectados en diciembre pasado en la localidad china de Wuhan. Con el nuevo año hemos vivido un goteo constante y acelerado de infecciones. Parece ser que, si bien se transmite con cierta facilidad, sobre todo por vía respiratoria, su gravedad y mortalidad son relativamente bajas (se estima una letalidad de entre el 2 y el 3%).

La enorme movilidad que hay actualmente entre ciudades y entre países está haciendo que el COVID-19 atraviese las fronteras con relativa facilidad, aposentándose hoy en diversos países, en los que se registran unos 80.000 casos (China, Corea del Sur, Japón, Singapur, Irán, Tailandia, Taiwán, Malasia, Vietnam, Emiratos Árabes, India, Filipinas, Kuwait, Omán, Israel, Sri Lanka, Camboya, Nepal, Líbano, Irak, Afganistán, Baréin, Egipto, Italia, Francia, Reino Unido, España, Rusia, Austria, Bélgica, Suecia, Finlandia, Croacia, Estados Unidos, Canadá y Australia). En la mayoría de estos países se registran muy pocos casos y han entrado con turistas o personas de negocios que han viajado a China.

CORONA VIRUS

Todo los expertos están de acuerdo en que es una infección de una gravedad similar a la de una gripe, que afecta básicamente a personas mayores, con enfermedades previas o con sus sistema inmunitario deprimido. Por eso me sorprende tanto el alarmismo que se está creando en torno a este tema, alentado sin duda por los medios de comunicación, que están a todas horas hablándonos de infectados, de muertos, de las mascarillas (por cierto, en su mayoría inútiles), de los toques de queda en las ciudades chinas, de los colegios cerrados, de los supermercados desabastecidos…

Se está creando una psicosis innecesaria y dañina que genera situaciones absurdas. Esta mañana me comentaba la farmacéutica que ya le llegaba mucha gente para interesarse por las mascarillas, aquí, en Madrid, donde las posibilidades de infección son de momento remotas.

Debemos recordar que la conocida gripe de todos los años, la que muchos hemos pasado alguna vez, es bastante más peligrosa y causa relativamente más víctimas que este coronavirus que tanto nos asusta.

En resumen, no quisiera yo quitarle importancia al COVID-19, pero, seamos coherentes, se trata de una infección como muchas otras, de peligrosidad leve en la mayoría de los casos, perfectamente tratable y ante la que sólo deben tener precauciones estrictas las personas mayores, inmunodeprimidas o con enfermedades respiratoria previas.

Dicho esto, no creo que sea aconsejable viajar a China durante una temporada, que una cosa es no vivir con miedo y otra ponerse chulito.

ALBERT RIVERA, HISTORIA DE UNA AMBICIÓN

•11 noviembre 2019 • 1 comentario

En España, cuando votamos lo hacemos con espíritu guerrero; o eres amigo o eres enemigo, así somos nosotros. Necesitamos tener claro de qué lado estás, necesitamos rotundidad, firmeza, equilibrio, confianza, durabilidad, certeza. Es nuestro instinto, tenemos que tener clara nuestra adscripción en esta contienda de banderías que es la política nacional.

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Con aparente buen criterio, Albert Rivera pensó que pegándole a su partido las etiquetas de ‘liberal’, ‘regenerador’ y ‘constitucionalista’ podía tener eso que llaman “Chance” en un escenario marcado por el independentismo, la aparición de Podemos, la aparente falta de solidez del socialismo y la corrupción del PP.

En este panorama, Ciudadanos se ofrecía como fulcro para apoyar una palanca de cambio que, moviéndose a izquierda y derecha, ejercería una influencia adaptable a cualquier mayoría.

Pero claro, este planteamiento no le auguraba más allá de un 5 a un 15% de los votos, así que Rivera, que es ciertamente un chico ambicioso, jugó a ser el Macrón español… Y al final, el centrismo de Ciudadanos acabó igual que el resto de los centrismos de la Europa meridional, que ni pinchan, ni cortan, ni gobiernan, ni nada.

Y así, Alberto, el chico de Barcelona con los votos prestados, se equivocó. Su exceso de ambición lo llevó a soñar con superar al Partido Popular y la realidad lo ha reducido a la irrelevancia, porque Ciudadanos nunca fue necesario para la gobernabilidad de este país.

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Pensó que era el delfín de un nuevo centro derecha, y ha acabado en el cadalso de las urnas. Sus ataques a diestra y siniestra, sus truculentas performances de las piedras, las fotos y los diagramas en los debates, lo convirtieron en un personaje de opereta, en un prestidigitador que sólo generaba memes, en un divertimento.

Su trayectoria errática de los últimos meses lo llevó a incluirse en el eje nacional, y quiso inventarse el ‘extremo centro’, pero resulta que eso no existe. Por ello Ciudadanos ha caído de 57 a 10 escaños, del 16% de los votos de abril al lamentable 7% de hoy.

El problema es que Rivera ya tenía el veneno dentro, porque la mitad de sus votantes se inclinaban por pactar con Sánchez, pero el líder finalmente se negó y los militantes más moderados se resentían y echaban de menos las primitivas propuestas de corte socio liberal y aquella visión tecnocrática y pragmática que predicaba en 2015.

Además, su estrella empezó a debilitarse con el estruendoso surgimiento de ese kraken llamado VOX, al que la gente percibe como una fuerza temible y contundente para luchar contra el independentismo, rugiendo su exaltación del nacionalismo español, centralista y nostálgico.

Es curioso que Ciudadanos, que nació en Cataluña y soñó con gobernar España, haya tenido que ver cómo ha sido precisamente el conflicto catalán el que ahora lo sitúa en ese tablón bajo el que sólo hay mar y tiburones repartiéndose los despojos.

La derechización progresiva e imparable de su discurso hizo que muchos de los suyos saltaran por la borda, defraudados y preocupados por una deriva que se les antojaba letal y absurda. Ahora, Rivera, repleto de soberbia, como Ícaro, ha querido volar cerca del sol del PP, porque en abril sólo lo separaban de él 220.000 míseros votos, y ese atrevimiento lo ha llevado a olvidar que debía mantener los pies en tierra, en una tierra liberal, centrista, europeísta y moderada, no en la derecha extrema, un lugar en el que la mayoría de su gente no se encontraba a gusto.

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A nadie debe culpar Albert; él pudo convertirse en el adalid de quienes querían distanciarse de los partidos tradicionales, de quienes exigían una regeneración de la vida política y deseaban hacer frente al nacionalismo catalán. Muchos vieron en Ciudadanos la posibilidad de tener transparencia, eficacia, moderación y diligencia al servicio del buen gobierno. Pero Rivera los ha defraudado, porque no ha sido ni fiable ni responsable, porque ha cambiado su objetivo inicial de partido bisagra en nada menos que la búsqueda de convertirse en el líder de la derecha española, y eso, que nadie lo dude, tiene un alto precio. En realidad, puede darse con un canto en los dientes Alberto Carlos Rivera Díaz por haber retenido el 39% de los votos que atesoró el 28 de abril.

No deja de ser curioso que aquellos votos centristas que Rivera tenía en usufructo hayan volado básicamente al PP y a VOX, en busca de líderes más duros y enérgicos. A él le han faltado visión de futuro y paciencia y le han sobrado ambición y urgencia.

Su caso, sin duda, se convertirá en tema de debate en las facultades de ciencias políticas sobre lo que no hay que hacer en política para llegar a buen puerto.

HISTORIA, MAGIA, FÍSICA Y EL RABO DE LA OSA

•21 septiembre 2019 • Deja un comentario
El oso y el madroño son los elementos protagonistas del escudo heráldico de Madrid. Su origen tenemos que buscarlo en el siglo XIII, cuando Alfonso VIII empezó a utilizar en sus estandartes la imagen de un animal muy abundante en esta zona, el oso.
En cuanto al madroño, se incorporó al escudo de la villa a raíz de un conflicto de territorios entre la ciudad y la Iglesia, discrepancia que se dilucidó con un reparto salomónico: Madrid se quedaba con los montes y la Iglesia con las tierras de pasto.
Desde ese momento en nuestro escudo figuran el oso y el madroño, que al final se han convertido en iconos de la ciudad.
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Recientemente los estudiosos nos aclararon que el animal no es exactamente un oso sino una osa, ya que dicha figura está asociada al mito griego de la osa mayor y la osa menor o, lo que es lo mismo, Calisto y Arkas.
Calisto, la osa mayor, la de nuestro escudo, fue lanzada al cielo por el mismísimo Zeus para que, convertida en constelación, estuviera protegida de los cazadores; a renglón seguido lanzó también a su hijo Arkas, que se convirtió a su vez en la osa menor, una constelación que tiene en la punta de su cola nada menos que a la Estrella Polar, que ha sido desde entonces la guía de todos los navegantes que en el mundo han sido.
La osa mayor es una constelación que siempre está a la vista en el hemisferio Norte. Por eso Homero dijo de ella: “la Osa Mayor nunca se hunde en las aguas del océano”.
Vale, pues, visto el delicado tema del sexo de nuestra osa y de por qué está subida a un madroño… ¿Alguien podría decirme por qué todo el mundo que va a hacerse la dichosa foto cateta delante de la escultura de la Puerta del Sol le toca el rabo a la osa?
No sé dónde ni cuándo ha nacido esta tradición, pero sí puedo dar fe de que los visitantes la tocan, quizá mientras piden un deseo o imploran su protección.
En el fondo, toda la modernidad y tecnología que nos rodean no han arrancado de nuestras almas o de nuestro inconsciente el poder de la magia. Seguimos creyendo en lo que no podemos ver ni comprobar, en los poderes ocultos, en la suerte desvinculada de la estadística, en dioses y demonios que ponen un poco de marcha en este mundo regido por las monótonas y predecibles leyes de la física.

¿ADOPTAR UN GATO CIEGO?… …ROTUNDAMENTE SÍ

•14 julio 2018 • 1 comentario

Llevo muchos años actuando como cuidador y criador de bebés de gato para una protectora de animales. Normalmente se trata de camadas de huérfanos de entre 20 días y un mes y medio recogidos en descampados, naves, motores de coches, alcantarillas y todos aquellos escondrijos que os podáis imaginar.

En las instalaciones de la protectora deben quedarse el menor tiempo posible porque corren el riesgo de coger diversas enfermedades para las que aún no están vacunados, así que se necesita que haya una familia de acogida que los cuide, les de el biberón hasta que puedan comer solos, cure sus enfermedades, los mantenga limpios, los lleve al veterinario y les ofrezca todo el cariño y las caricias que estos pequeñines necesitan hasta que están en disposición de ser adoptados.

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Este es «Bolas» un gatito ciego encantador, cariñoso, tierno, con un pelo suave y un carácter maravilloso.

UNA EXPERIENCIA SINGULAR

Esta última vez la cosa se me ha complicado un poco: hace unas semanas llegó una camada de tres machos y dos hembras, de poco más de un mes de edad; pero tenían una particularidad… todos eran “ciegos”. La causa de esa ceguera parece ser una infección viral que ha deteriorado más o menos la visión de todos ellos.

En realidad sólo hay uno que yo, que no tengo excesivos conocimientos veterinarios, estoy seguro de que no ve nada y al que llamamos “Bolas” porque cuando llegó tenía los ojos hinchados y salientes como dos canicas. Los demás, aunque todos tienen los ojos afectados, creo que ven más o menos, a tenor de cómo son capaces de seguir objetos silenciosos y localizar cosas que no emiten sonidos.

Ya había leído que los gatos en general y en particular los ciegos, tienen una gran capacidad para superar las dificultades, adaptarse a sus circunstancias y moverse con soltura y manteniendo intactas su alegría y sus ganas de jugar,  pero vivirlo ha sido una verdadera y reconfortante sorpresa: carreras, juegos, saltos, peleas y persecuciones al más puro estilo gatuno. Os aseguro que sólo con verlos moverse no sospecharíais que algunos tienen graves problemas en la vista.

En cuanto a mi relación personal con ellos ha sido muy intensa porque he tenido que cuidar sus lesiones con antibióticos, calmantes, humectantes y anti inflamatorios…. Tratamientos molestos e incluso dolorosos que han soportado cada día con una enorme paciencia y comprensión.

He intentado no hacer un drama de todo esto y de aprender para el futuro, así que empecé por ponerles unos nombre divertidos: además de “Bolas”, tengo a “Casimira”, “Lucía”, “Yoygo” y “Veo”.

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Mientras escribía este artículo la pandilla se vino a hacerme compañía… Bueno, uno se quedó frito en la moqueta.

Algunas personas (demasiadas para mi gusto) a las que les he hablado de mis bebés ciegos me han dicho en un arranque de conmiseración: “¿Y no sería mejor sacrificarlos” y yo siempre les contesto en un tono en parte sarcástico y en parte cabreado: ¿Y por qué no te sacrificas tú?

Siento que la reacción parezca un poco borde pero es que mis gatos ciegos están tan llenos de vida, de alegría y de ganas de hacer cosas como cualquiera de las muchas docenas que han pasado antes por casa; por eso me cabrea que se considere que ya no tienen nada que hacer en este mundo. De hecho os aseguro que si no tuviera ya tres gatos adultos me quedaría con Bolas porque es absolutamente delicioso. Creo que él o cualquiera de sus hermanos pueden ser unos gatos caseros perfectos. Hay que tener en cuenta que compensan su falta de visión con sus otros extraordinarios sentidos y establecen un vínculo con sus humanos especialmente cálido, encantador y amoroso.

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Un gatito ciego desarrolla especialmente sus otros sentidos, pudiendo llevar una vida completamente normal, alegre y feliz.

¿QUE SUPONE ADOPTAR UN GATO CIEGO?

Empecemos por el principio: tu gato ciego no sabe que es un minusválido y como nadie le ha explicado lo que no puede hacer, él va y lo hace; así de simple. Tu gato ciego no se auto compadece, no sufre psicológicamente, no se plantea las dificultades del futuro, no se siente un desgraciado… Él, como todos los gatos videntes o invidentes del mundo, lo único que quiere es protección, un hogar con humanos cariñosos, buena comida, espacio para moverse, amigos para jugar, mimos y caricias.

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Mi amigo «Bolas» es un ejemplo de lo encantadores que son los gatos ciegos. Entre ellos y tú llegará a crearse un vínculo único que compensará con creces la ceguera de tu compañero.

Tú me dirás que todo eso está muy bien pero que lo cierto es que el gato es ciego, que no ve. Vale, tienes razón; adoptar un gato ciego exige ciertas condiciones para no crearle ni crearte dificultades. En realidad son cosas de pura lógica y en su mayoría igualmente aplicables a los gatos que sí ven. Veamos las más importantes:

-Cuando entres en la habitación en la que está el gato háblale con suavidad para que sepa que estás allí y te pueda incluir en su mapa mental tridimensional.

-Trata de no hacer ruidos inesperados o estridentes que podrían asustarlo.

-Para que se oriente mejor y no se de golpes innecesarios, procura que los muebles estén siempre en el mismo sitio.

-Al igual que con los gatos videntes, debes proteger las ventanas con mosquiteras o sistemas similares para que no pueda caerse a la calle.

-Cuando estéis en una misma habitación háblale de vez en cuando para que sepa dónde estás, y háblale siempre que pretendas acariciarlo para que no se asuste cuando lo hagas.

-Proporciónale juguetes con cascabeles y pelotitas que suenen. También puedes hacer ruiditos, rascaduras o golpecitos para que te localice. Cómprale o fabrica un poste para que trepe.

-Dedícale tiempo, juega con él, acarícialo y cuando te de muestra de que ha tenido suficiente dale espacio y libertad de acción.

-Colócale siempre el agua, la comida y la arena higiénica en lugares fijos para facilitarle la vida.

-Piensa en los pequeños detalles como bajar siempre la tapa del wáter; eso evitará incidentes desagradables.

-No lo trates como a una persona ciega, es un gato. No le tengas pena sino cariño, y dale la oportunidad de que aprenda a cuidar de sí mismo.

-Nunca deberían quitársele las uñas a un gato doméstico pero desde luego jamás debe hacerse con uno ciego porque necesita disponer de todos sus recursos.

Yo soy de la opinión de que un gato ciego debe vivir en un piso, no en un chalet abierto y, en todo caso, lo puedes sacar a pasear –si a él le apetece- con un arnés, habiéndole colocado previamente el microchip de identificación.

En resumen, no deseches la posibilidad de adoptar un gato ciego, porque los gatos son tan maravillosos y tienen tantos recursos que no te dará problemas adicionales y te regalará mucho cariño, mucha ternura y una eterna e incondicional amistad.

¿Qué se comía en tiempos de los faraones?

•16 marzo 2024 • Deja un comentario

Las dos primeras grandes civilizaciones, Mesopotamia y Egipto, tienen en común algo fundamental: ambas se desarrollaron en las cuencas de importantes ríos.

El Tigris y el Éufrates, bañaban y fertilizaban las tierras de lo que hoy es Irak y el norte de Siria; lo que en tiempos históricos se llamó Mesopotamia. Egipto, por su parte, contaba con el Nilo, el gran río, el más largo del mundo, con 6.650 km, que discurre a través de África hasta morir en el Mediterráneo. Quizá por ello, ambas civilizaciones han recibido el calificativo de “fluviales”.

Cronológicamente, la primera fue Mesopotamia, en la que los sumerios crearon la que se considera “cuna de la civilización”, que florecería entre el 4.100 y el 1.750 a.C. En cuanto a Egipto, arrancó algo más tarde, en el 3.200 a.C. y se mantuvo hasta el 31 a.C.

Ambas dependieron absolutamente del agua de sus ríos, que les proporcionaban limos fértiles con los que se enriquecían los campos de las riberas en las épocas de crecida, permitiendo que se desarrollase una cultura agraria sólida, rica y estable.

De hecho, los egipcios llamaban a su país “Kemet”, es decir, “tierra negra”, porque negro era el color del limo que traía el Nilo. El resto del territorio era “tierra roja”, el desierto ardiente en el que nada podía cultivarse y en el que nadie podía vivir, excepto algunas pequeñas tribus nómadas.

¿Qué comían los egipcios?

La comida tenía tanta importancia para ellos, que no sólo la incluían en el ajuar funerario de sus difuntos, sino que la representaban profusamente en los frescos de sus tumbas y templos, con escenas de la vida diaria, de las labores del campo, de la pesca y la caza, de la fabricación de los productos básicos, e incluso de los grandes banquetes en los que corría el alcohol, se bailaba y se servían multitud de platos.

Empecemos diciendo que Egipto era un pueblo de agricultores que dependía absolutamente de las crecidas del Nilo, cuyas aguas enriquecían las tierras de ambas orillas. La estación en la que se inundaban las riberas del gran río la llamaban Akhet, que comenzaba después del solsticio de verano y duraba cien días. La fecha de la inundación podía variar hasta treinta días entre el Alto Egipto y el Delta.

A Akhet le seguía la estación de Peret, que era en la que las aguas bajaban y se podía sembrar, de noviembre a febrero. Finalmente venía la estación seca, que llamaban Shemu, es decir, la sequía. La recolección se efectuaba entre abril y mayo.

En las ilustraciones que aparecen en las tumbas, los agricultores, con un pequeño arado que se iría perfeccionando con los años, preparaban el campo unciéndole un par de vacas, ya que los bueyes estaban reservados para el transporte de los bloques de piedra que se empleaban en las construcciones.

Seguidamente, el agricultor esparcía las semillas que llevaba en un cesto que colgaba de su cuello para cubrirlas luego con tierra, empleando para ello una azada de madera. Cuando las espigas crecían y maduraban, se segaban con hoces: se agarraban los tallos con la mano izquierda y con la derecha se cortaban, bastante cerca de la espiga, que se dejaba caer al suelo. Después, las espigas se ataban en gavillas y se metían en cestos, que eran llevados en burro a la era. Allí se aventaban, separando el grano de la paja.

Dice un antiguo mito que la diosa Isis fue la que enseño a los hombres a cultivar y recolectar el trigo y la cebada. El trigo de entonces era de la variedad “escanda”, de paja corta y dura, en la que el grano se separaba con dificultad del cascabillo. Además del trigo cultivaban el “durah”, que era una especie de mijo.

En tiempos remotos el grano se guardaba en silos excavados en la tierra, cubiertos de esteras. Más adelante se construyeron graneros de ladrillo que tenían departamentos estrechos, altos, abovedados y sin comunicación entre sí. Por arriba se metía el grano y se sacaba por un agujero que había abajo, cerca del suelo. La mayoría de los graneros eran propiedad del faraón y de los templos, y los escribanos llevaban un riguroso control de las cantidades de grano depositadas. Un granero bien surtido era símbolo de riqueza y la garantía de que habría con qué superar los períodos de escasez.

Como vemos, Egipto era un país básicamente agrario, y absolutamente dependiente del Nilo. De hecho, se cree que esta gran civilización desapareció como consecuencia de un largo y dramático período de sequía que empobreció y desestabilizó la zona, propiciando la caída de sus últimos gobernantes.

El pan, un alimento esencial

Fue precisamente en el antiguo Egipto donde nació y se popularizó el pan; al menos el pan tal y como lo entendemos en nuestros días.

En la alimentación de los egipcios el pan tenía un papel esencial. De hecho, los egipcios carecían de otros alimentos ricos en hidratos de carbono como las patatas o el arroz, así que el pan era básico en su dieta. Comían grandes cantidades de pan y lo hacían todas las clases sociales. En el idioma egipcio había más de quince palabras para designar los distintos tipos de pan y en el Imperio Nuevo llegó a haber hasta cuarenta palabras distintas con este cometido.

Tradicionalmente el grano era machacado por las mujeres de la casa. Para ello se inclinaban sobre muelas ligeramente cóncavas hasta obtener la harina. Normalmente la tarea se hacía de rodillas para poder ejercer más fuerza con la parte superior del cuerpo. Era una labor agotadora que se repetía cada dos o tres días con el fin de obtener la harina necesaria para dar de comer a la familia.

El grano se extendía sobre la muela y se trituraba con un rodillo de piedra o un almirez que se mojaban de vez en cuando. El resultado era una harina relativamente gruesa, basta, mezclada con salvado, polvo e incluso pedacitos de arena. Para amasarla se le añadía agua y un trozo de masa guardada del día anterior que hacía las veces de levadura. Con dicha masa se preparaban panes o galletas redondas de un dedo de grosor y algo menos de un palmo de diámetro, que se cocían sobre piedras cubiertas de cenizas.

Este pan, que era escaso en levadura y habitualmente estaba poco cocido, tenía un sabor ácido, y las impurezas sólidas que contenía, provocaban el desgaste acelerado de la dentadura. Para darle sabor al pan se le añadían sal y otros condimentos. Y con grasa y huevos se preparaban tortas muy sabrosas. Las había dulces, hechas con miel, frutas secas, dátiles, almendras y piñones triturados. Era muy común hacer panes de forma cónica. Por supuesto, en casa de los ricos se servían diferentes especialidades de pan que variaban según el grano, los aditamentos y la forma de cocción de la masa.

Por cierto, en lo que respecta a la sal, hay que indicar que la sal marina se consideraba impura, ya que provenía de los dominios de Seth, dios del caos. Por eso se empleaba sal mineral que se obtenía en los oasis de Siwa y en diversos depósitos salinos.

Otros vegetales

Además de los cereales, en la agricultura del Egipto antiguo también se cultivaban cebollas, ajos, pepinos, puerros, rábanos, lechugas, habas, berenjenas, altramuces, garbanzos y lentejas.

Los egipcios solían comer las verduras crudas, pero algunas, como los garbanzos y las lentejas, las hervían y después las mezclaban con ajo y aceite, para convertirlas en un puré que untaban en un trozo de pan. Incluso hacían recetas que además llevaban cebolla picada y huevo.

La reina de la cocina, sobre todo de la de los pobres, era la cebolla. Pero también era muy importante el ajo que, además de servir para sazonar, también era empleado en diversas recetas medicinales. Los sacerdotes, por ejemplo, de vez en cuando se sometían a una “limpieza” interior mediante la ingestión de ajos.

Los egipcios tenían excelentes conocimientos de botánica y usaron muchas sustancias como el opio, la genciana, el aceite de ricino y el cólchico que, aunque es muy tóxico, en pequeñas cantidades se emplea en la farmacopea. Asimismo recogían distintas clases de hongos, pero eran un manjar reservado a las mesas de los poderosos. Obviamente conocían las aceitunas y el aceite de oliva, que se usaba para cocinar, pero estos productos inicialmente los importaban de Siria ya que el olivo no se implantó en Egipto hasta la XVIII dinastía.

En el país sí se extraía aceite del lino, de la moringa oleífera, del ricino y, más tarde, de las semillas de sésamo, de las que se sacaba un aceite muy apreciado. Del loto, cosechaban un fruto con una semilla del tamaño de un hueso de aceituna, que llamaban el “haba de Egipto” y que era comestible.

Abundaban las frutas en su cocina, sobre todo en casa de los ricos. Manzanas, granadas, higos, uvas, melocotones y melones. Calmaban la sed con un fruto llamado azufaifa. Todas estas frutas se comían crudas, se hacían en zumos o se preparaban en confitura.

Capítulo aparte merecen los dátiles, que se obtenían de la palmera datilera de la variedad “dum”, que daba muchos frutos, bastante grandes y muy apreciados. En los jardines de las familias pudientes se cultivaba una palmera traída de Nubia cuyo fruto contenía una especie de leche azucarada que consideraban una auténtica delicatessen.

Los huevos, la miel y la leche

Los egipcios criaban aves domésticas que, además de su carne, les proporcionaban huevos; también recolectaban los de las aves silvestres. En cuanto a la miel, era un producto muy apreciado, no sólo para tomarla directamente, sino también como condimento para endulzar distintas comidas, ya que no conocían el azúcar.

Las colmenas de los egipcios eran una especie de ollas de arcilla, aunque también se hacían con juncos entrelazados y amalgamados con limo, formando una especie de  tubos.

La leche la tomaban al natural, aunque también les encantaba beberla agria. Lógicamente elaboraban derivados como la manteca y el queso. No consumían sólo leche de vaca, sino que ordeñaban también a las cabras y las ovejas.

El pescado, un deporte, una profesión y una afición

El pescado era un alimento popular y económico. El Nilo se encargaba de proveer en abundancia estas excelentes proteínas que entraban hasta en las casas más pobres. Casi todo el mundo pescaba para comer, pero había pescadores profesionales que trabajaban con redes y que, una vez sacado el pescado del agua, lo abrían y lo destripaban. Los nobles eran aficionados a la pesca como deporte, que practicaban a bordo de esquifes en aguas del río. Las capturas más apreciadas eran las percas, aunque también picaban carpas, anguilas, lucios o lampreas. En la zona del Delta había una abundancia mayor de capturas por la proximidad del mar.

Se comía tanto asado como hervido pero, con frecuencia, se dejaba secar al aire libre después de haberlo espolvoreado con sal. De esta receta resultaba un pescado de sabor algo desagradable y de olor áspero y penetrante, que además se estropeaba con facilidad.

Por cierto, los sacerdotes tenían prohibido comer pescado ya que lo consideraban un alimento impuro.

Las aves… Un lujo para ricos

En la dieta egipcia había un producto que era más apreciado que el pescado, que era la carne de ave. Ciertamente era un lujo, habitualmente reservado a los ricos, el servir platos como gansos, patos, codornices, perdices o palomas silvestres, que se cazaban con redes y con trampas. Las que no se comían de inmediato eran conservadas en salazón, en grandes jarras cónicas fabricadas especialmente para ello. Cuando ya se iban a consumir, se desalaban con agua limpia y después se servían directamente, sin cocinar o, si acaso, se guisaban con una salsa. El pato asado era, probablemente, el ave predilecta de los antiguos egipcios, aunque igualmente tenían mucho éxito el ganso asado con higos y las codornices cocidas en miel y leche de cabra.

Los nobles de aquella época también cazaban aves en los pantanos de papiros que había a las orillas del Nilo, para lo que les lanzaban una especie de bumerangs, con los que golpeaban a las presas en vuelo. Se trata de un arma que ya era conocida desde tiempos prehistóricos pero que siguió siendo utilizada durante milenios.

La caza y la ganadería

Y ya que hablamos de caza diremos que la carne de los animales salvajes que habitaban las montañas y los desiertos cercanos era muy apreciada entre las clases altas: gacelas, antílopes, oryx (antílope blanco) y otras piezas de caza mayor.

La técnica de la caza consistía en agrupar a los animales, arrinconándolos con jaurías de perros, de chacales o de perros lobos, y luego abatirlos con flechas, aunque algunos preferían cazarlos a lazo. Había animales que eran capturados vivos para poder exhibirlos en los jardines de las mansiones.

La fauna salvaje de la zona era realmente rica, y no faltaban los elefantes, jirafas, leones, panteras, leopardos, guepardos, chacales y linces, además de simios como el papión o el cercopiteco.

Los egipcios adoptaron los caballos de los hicsos al final del segundo período intermedio, y los criaban en establos reservados al rey y a los altos funcionarios, que los amaestraban para la caza y para la guerra. Los burros eran básicamente los animales de carga y, durante mucho tiempo, fueron el único medio de transporte. Los camellos no se domesticaron hasta bastante más tarde.

En el río se practicaba también la caza del hipopótamo, que resultaba bastante peligrosa; pero aceptaban el riesgo porque les encantaba la carne tierna y grasa de estos grandes animales, además de sus vísceras y sus tuétanos.

Todas estas carnes se podían comer asadas, cocidas, curadas en salmuera, ahumadas o secadas al sol.

Pero no sólo se comían animales salvajes, también practicaban la ganadería porque, especialmente las clases pudientes, apreciaban mucho las carnes rojas. Desde los tiempos prehistóricos habían comido bueyes, carneros, cabras y cerdos. Y en el Egipto antiguo se consumían las tres primeras, aunque no la de cerdo, que era considerado un animal impuro. Eso no impedía que, ocasionalmente, se ofrecieran cerdos en sacrificio y su carne fuera consumida, especialmente por las clases bajas.

La gente común sólo comía carne en las celebraciones, en las que se sacrificaba un cordero o una cabra, que se repartía entre la familia y los amigos. Desde luego la carne de buey era un manjar reservado exclusivamente para los ricos. Y eran fuente de proteína para la población los patos, los gansos, las grulla, las codornices y las gallinas, además de sus huevos que sí consumía la gente corriente, al igual que el pescado.

Bebidas: la cerveza y el vino

Los egipcios antiguos no le hacían ascos a las bebidas alcohólicas; de hecho bebían cerveza, mucha cerveza, vino y aguardiente de palma (shodú). Desde luego, la bebida del pueblo por excelencia era una cerveza, que se fabricaba macerando cebada en un recipiente con agua, en el que se introducía también miga de pan fermentada, que hacía el papel de levadura. Era una cerveza que se agriaba enseguida, así que le añadían una infusión de altramuces que, aunque le aportaba un cierto toque amargo, evitaba que se estropease.

Aquella cerveza no tiene nada que ver con la que conocemos hoy; tenía muchas impurezas flotando, así que frecuentemente la tomaban con una pajita que llevaba incorporado una especie de filtro. Se trataba de una bebida más nutritiva que alcohólica y su fabricación, igual que la del pan, estaba reservada a las mujeres.

Había una cerveza de mijo, que era espesa y terrosa, y algunas variedades estaban aromatizadas con especias. Los egipcios empezaban a beber cerveza en el desayuno y seguían bebiéndola en la comida, cuando iban a trabajar al campo o cuando pasaban por la taberna. Por supuesto la cerveza no faltaba en las ofrendas a los dioses y a los difuntos.

El vino también se conocía desde la antigüedad más remota. La vid se cultivaba principalmente en la región del delta. Los egipcios ricos la plantaban incluso en sus jardines, formando emparrados, y los esclavos de la finca procedían a vendimiarla: recogían los racimos y los llevaban en canastos para luego pisarlos en sacos de tela gruesa dentro de tinas de piedra. El resultado era un vino azucarado y denso que se avinagraba fácilmente, por lo que se le añadía un poco del jugo resinoso que se extrae del pino albar. Después se almacenaba en grandes ánforas, que eran puntiagudas por abajo y tenían dos asas. Para sellarlas se empleaba un tapón de arcilla en el que iba impreso el nombre del propietario o el del faraón de turno, además del año, la procedencia y la clase de vino. Había muchas variedades de vinos, tanto blancos como tintos, hechos con uvas traídas de Pelusa, de Mareotis, de Siena o de los oasis… Los vinos blancos egipcios llegaron a tener cierta fama en el mundo clásico mediterráneo. Los egipcios importaban vinos de Siria, de Palestina y, tiempo más tarde, de Grecia. Lo cierto es que el vino estaba prácticamente reservado para las clases superiores.

Su producción llegó a ser prácticamente monopolizada por la clase sacerdotal. El vino se convirtió incluso en una apreciada mercancía de trueque y con él se pagaban tributos e impuestos. Especialmente apreciados por su alta calidad eran los vinos tinitas de Nutirka y los de las viñas de Ramsés II.

Cómo se comía en las orillas del Nilo

Desgraciadamente, aunque los egipcios redactaron textos religiosos, matemáticos, médicos, literarios o administrativos, lo que no nos han dejado es ningún recetario de cocina que nos permita deleitarnos con sus platos favoritos.

Lo que sí sabemos es que comían tres veces al día y usando las manos. El desayuno no era demasiado abundante, luego estaba el almuerzo, que solía tomarse en el campo, mientras se faenaba, y se componía de carne fría, pan, cerveza y cebollas. Los obreros se alimentaban básicamente de pan y cerveza: tres o cuatro panes diarios, acompañados con dos jarras de cerveza y, por supuesto, cebollas. La comida principal se tomaba por la tarde; esta cena se hacía en familia o con amigos. Los comensales usaban asientos que inicialmente no tenían respaldo, aunque lo fueron incorporando en épocas posteriores. Algunos, quizá de rango inferior, comían en cuclillas o sentados en esteras en el suelo. Las mesas eran pequeñas, con lo que se comía por parejas o individualmente. La vajilla era de arcilla o de piedra, y en casa de los ricos de pizarra o de alabastro. En épocas posteriores aparecerían las vajillas de oro y plata.

Para especiar los platos se usaban granos de anís, canela, clavo, cilantro, comino, hinojo, eneldo, mejorana, mostaza y tomillo. En lo que respecta a la pastelería, hacían pastas endulzadas con miel y aromatizadas con sésamo, anís o frutas.

Los egipcios antiguos cocinaban con carbón de madera y con leña. Sus cocinas eran pequeños hornillos móviles de terracota, de forma cilíndrica, abiertos por arriba y con una puertecita en la parte de abajo. En cuanto a la gente pobre, utilizaba marmitas rudimentarias que apoyaban sobre tres piedras.

En las fiestas del Imperio Antiguo, los comensales iban adornados con collares de bayas, apio y hierbas aromáticas; más adelante, en el Imperio Tebano, se colocaban en la cabeza bolitas perfumadas que poco a poco se iban fundiendo, y despedían un fuerte olor, refrescante y aromático. Flotaban en el aire los aromas a flores, incienso y mirra, acompañados por los sonidos de las arpas y las flautas. Todos los platos se servían a la vez y los invitados elegían a su gusto. En los grandes banquetes se comía en abundancia y se bebían grandes cantidades de vino y otras bebidas alcohólicas. Hombres y mujeres bebían y comían por igual. La patrona de los bebedores era la diosa Hathor, que presidía “la fiesta de la ebriedad” en Dandara, en la que además de ingerir mucho vino, se recitaban poesías eróticas.

Ya que estamos hablando de comer, conviene señalar aquí que los egipcios padecían una gran variedad de problemas dentales, entre los que el desgaste era uno de los más importantes. El origen de esta dolencia se halla no sólo en la dieta, que era rica en elementos duros y fibrosos, sino también en la costumbre que tenían de añadir “arena” al grano para molerlo más y mejor. En cuanto a la caries, se sabe que no era un problema muy frecuente en los primeros períodos. Pero con la llegada de los griegos a Egipto, en el siglo IV a.C., la cosa se complica, ya que se generaliza el empleo de granos fermentables (pan blanco) y de la miel. Entonces la caries se generaliza, sobre todo en las capas altas de la sociedad.

Se conservan recetas para tratar los problemas de dolor dental, como una que utiliza la corteza de sauce, que hoy sabemos que contiene salicina, una sustancia similar al ácido acetilsalicílico, que tiene efectos tanto analgésicos como anti inflamatorios. Por cierto, a los médicos les pagaba el Estado y la medicina, incluida la dental, era gratuita para la gente.  

Alimentos para el más allá

Los egipcios consideraban que el cuerpo humano estaba integrado por cinco componentes: el cuerpo (el contenedor de todo), el nombre (donde quedaba definido), la sombra (un elemento solar), el Ka (la energía vital) y el ba (la personalidad, el alma). Al morir, estos elementos se dispersaban aunque, gracias a los rituales de enterramiento, volvían a juntarse en el más allá. Pero para subsistir, el Ka necesita alimento diario. Por eso, desde épocas muy tempranas en las tumbas figuraban listas detalladas e imágenes, junto a las que aparece la fórmula mágica “Jetep di nesu” que hace referencia a las ofrendas, y que debía ser leída en voz alta por todo el que visitase la tumba, ya que en las creencias locales “lo leído cobraba vida”. De ese modo, el difunto recibía su alimento en el más allá, sin que fuera necesario hacer ofrendas físicas a diario. Por supuesto en el día del funeral y en ciertas ceremonias señaladas, las ofrendas de comida eran reales. De hecho, en algunas tumbas estas ofrendas han sido encontradas en muy buenas condiciones de conservación, lo que se ha producido por las peculiares condiciones climáticas de Egipto. El problema es que, con tanta sequedad ambiental, los alimentos que se han descubierto estaban petrificados y es muy difícil deducir cómo se cocinaron.

Pero lo cierto es que si a los vivos les gustaba comer y beber, los alimentos y las bebidas eran asimismo una ofrenda importante para los dioses y para los muertos. Con el paso del tiempo, los alimentos reales fueron sustituidos por representaciones esculpidas o pintadas. Los antiguos egipcios llegaron a alcanzar un alto grado de refinamiento en la cocina y en el servicio de los banquetes, convirtiendo esta actividad en algo digno del más allá.

La petanca, un deporte más antiguo de lo que pensabas

•12 febrero 2024 • Deja un comentario

¿Quién no ha visto alguna vez a un grupo de personas, normalmente maduras, lanzando bolas de metal para acercarlas a una bolita pequeña? Eso es “la petanca”, un juego que se remonta al siglo VI antes de Cristo, y que ya practicaban los griegos, que por aquel entonces lanzaba bolas de piedra. Más tarde, los romanos, que siguieron con las bolas de piedra, lo sofisticaron creando lo que hoy llamamos “boliche”, que es una pequeña bolita de madera (o de material sintético en la actualidad), que tiene unos 3 cm de diámetro.

Cada jugador puede lanzar tres bolas, tratando de acercarlas al boliche.

El objetivo del juego es que cada participante lance sus tres bolas, tratando de aproximarlas lo más posible al boliche, y manteniéndose mientras lanza con ambos pies en un circulo dibujado en el suelo.

El deporte de la petanca tuvo mucho éxito y los romanos lo adoptaron y lo llevaron en sus campañas militares a la Galia y a Germania, donde llegaría a tener incluso una connotación religiosa, que hizo que fuera prohibido en algunos países, como ocurrió en Inglaterra.

El caso es que, a finales del siglo XIX y principios del XX, ya se practicaba en toda Francia, donde los jugadores acostumbraban a tomar carrerilla para lanzar. Pero eso cambió en 1907, porque en la Provenza se estableció la regla de que no se podía jugar con impulso del cuerpo sino sólo del brazo, y se obligó a emplear un circulo desde el que lanzaba el jugador. De hecho, la palabra “petanca” proviene de la expresión en lengua provenzal «pès tancats» (pies juntos).

Actualmente en la petanca se emplean bolas de acero inoxidable o de acero al carbono.

Hoy, la petanca se juega empleando bolas metálicas de acero inoxidable o de acero al carbono, y para su práctica hay unas normas internacionales que establecen que deben tener un diámetro entre 70.5 y 80 mm, y un peso que no puede sobrepasar los 800 gramos.

En la actualidad este deporte lo practican tanto por gente mayor como jóvenes, hombres y mujeres y, en muchos casos, incluso niños. Y es que la petanca es un juego sencillo, que no requiere mucho equipamiento y que permite tomar el sol (con el consiguiente aporte de vitamina D), que mejora la circulación, protege el corazón, mantiene activo el cerebro y levanta el estado de ánimo, ayudando además a evitar la soledad, porque se juega siempre entre varias personas.

La petanca es un juego social que evita la soledad a muchas personas.

En una partida de petanca lo primero es decidir por sorteo qué equipo lanzará el boliche. Luego se procede a lanzarlo a una distancia no menor de 6 metros ni mayor de 10. El boliche se convierte entonces en el objetivo de todos los jugadores, que tratarán de depositar sus bolas lo más cerca posible del mismo. En el momento de lanzar, el jugador deberá tener los dos pies juntos dentro el círculo, y no podrá moverse hasta que su bola toque el suelo. Cuando todos los jugadores han lanzado, gana el equipo que tiene la bola más cercana al boliche, y se contabilizan todas las bolas mejor colocadas que las del equipo contrario. Las partidas se juagan a un total de 13 puntos. En cuanto al tamaño de la pista, la que se usa  para competiciones oficiales tiene 4 x 15 metros.

La petanca es un juego inocente, amable y bien reglamentado, en el que los jugadores hacen ejercicio mientras charlan y bromean. Pero hubo épocas en las que su práctica creó problemas a los gobernantes, como ocurrió en el Imperio Romano. De igual manera en la Inglaterra de Enrique VIII, el rey tuvo que prohibir su práctica entre los arqueros, porque se había convertido en un juego obsesivo. En el siglo XIV los reyes Carlos IV y Carlos V lo prohibieron también, y hubo que esperar al siglo XVII para que se levantara la prohibición.

Hay una anotación histórica que refiere que, en 1792, una partida de petanca acabó con el resultado de 38 muertos y 200 heridos; aunque no por una disputa por la colocación de las bolas, si no porque la partida se jugó junto a un depósito de munición, que desgraciadamente explotó.

La cinta métrica permite establecer qué bola está más cerca del boliche.

Como es lógico, cuando la petanca se practica de forma federada y sobre todo en las categorías profesionales, lo que es un juego al alcance de cualquiera, se convierte en una actividad que exige mucha preparación física y psicológica para optimizar habilidades como la concentración, la técnica, la estrategia, la dosificación del esfuerzo y la paciencia. De hecho las sucesivas partidas, que pueden durar varias horas, en las que el jugador está agachándose y levantándose cientos de veces, hacen necesaria una excelente forma física y una adecuada preparación. Aquí ya entramos en el ámbito del deporte de élite, con sus oportunidades y dificultades, sus ídolos, sus fans y su bullicio.

Para no tener que agacharse tantas veces, algunos jugadores usan un imán con el que pueden levantar la bola sin esfuerzo.

El mejor jugador de petanca del mundo es el pamplonica Txema Cancio, nacido en 1983. Pero el actual campeón del mundo de este deporte es Jesús Escacho, de 21 años, que consiguió el título de campeón de Europa en 2022 y más recientemente ha sido proclamado campeón mundial. El campeón de España es Asier Vicente, un joven de Azuqueca de Henares de 17 años.

Estos jugadores de élite llegan a tener unos ingresos considerables, especialmente en Francia y Tahilandia, donde algunos se embolsan anualmente más de 100.000 euros.

La bola que está más cerca del boliche decide qué equipo gana la partida.

Sólo en España hay más de 12.600 licencias federativas, aunque se calcula que el número de jugadores habituales supera los 150.000, especialmente en Andalucía, Cataluña, Comunidad Valenciana y Canarias. Por cierto, el Día Mundial de la Petanca se celebra el 1 de mayo.

Las máquinas «sopladoras» son muy peligrosas

•3 marzo 2021 • Deja un comentario

Estos últimos días venimos sufriendo los efectos de una masa de polvo africano en suspensión que afecta seriamente a la calidad del aire que respiramos. Pero bueno, finalmente, se trata de un problema inevitable, ya que depende de fenómenos naturales. Sin embargo ¿Sabes que, a diario, en las calles de nuestras ciudades hay personas que levantan nubes de polvo del suelo cargadas de partículas, hongos, alérgenos, bacterias, residuos infecciosos, hidrocarburos generados por los motores de los coches y, por supuesto, también coronavirus?

Ocurre, sencillamente, porque muchos ayuntamientos de este país han decidido en los últimos años equipar a sus barrenderos, en vez de con las viejas escobas de toda la vida, con máquinas “sopladoras” que, lanzando un chorro de aire a casi 200 kilómetros por hora, arramblan con todos los materiales ligeros que encuentran a su paso.

Y claro, el problema es que esas máquinas, cuando soplan tratando de reunir las hojas que han caído de los árboles o cuando intentan agrupar residuos de cualquier tipo, lo único que consiguen es levantar una nube de fino polvo que genera un efecto aerosol mecánicamente potenciado… ¿De locos verdad? 

Las sopladoras generan nubes de polvo que contiene todo tipo de sustancias nocivas para la salud.

Lo cierto es que los neumólogos ya llevan tiempo advirtiendo de los peligros de este sistema de limpieza, pero al parecer para algunos ayuntamiento priman otros criterios sobre los de la seguridad y la salud de los ciudadanos, porque de otro modo no se explica que se empeñen en utilizar las sopladoras como herramientas de limpieza sabiendo que son muy peligrosas para la salud de las personas, que tienen que respirar las partículas levantadas por ellas, a lo que podemos añadir la contaminación acústica que producen, que puede alcanzar los casi cien decibelios. 

El polvo inhalado que generan las sopladoras termina siendo respirado y llega, a través de la tráquea, a los alveolos pulmonares, creando graves problemas en el sistema respiratorio y entrando incluso en los glóbulos rojos que luego reparten estos elementos nocivos por todo el cuerpo. No olvidemos igualmente que todo ese polvo en suspensión termina también en los ojos, provocando irritaciones y reacciones alérgicas.

Pero no son sólo las personas las que sufren los efectos de las peligrosas sopladoras: cuando éstas funcionan en parques y jardines, su paso causa verdaderos estragos en la micro fauna y en la biodiversidad, porque todo salta literalmente por lo aires, se altera el ciclo natural de pequeños insectos como arañas u hormigas; se asustan con el estridente ronquido de su motor ratones, ardillas, gatos y perros, y se  destrozan ecosistemas como las zonas de musgo, hierba, césped o flores, que son arrancados por la fuerza arrolladora del soplido de la máquina.

Pero sí hay soluciones

Las sopladoras sin duda aceleran las labores de barrido urbano pero, como ya hemos comentado, lo hacen a costa de la salud de las personas, los animales y los ecosistemas. 

De lo que se trata es de reunir la basura y ponerla a disposición de los vehículos barredores y aquí es donde los ayuntamientos que no quieren pararse a pensar, insisten en que la única manera de sacar la basura de debajo de los coches es con las sopladoras, pero eso no es verdad; ya hay muchos municipios que para desplazar esa basura al centro de la calzada, donde puede trabajar con ella la barredora, emplean chorros de agua, no de aire; además, las ciudades más avanzadas en este tema ya han sustituido las sopladoras por aspiradoras eléctricas individuales que pueden ser manejadas por un solo operario y que eliminan todos los residuos del suelo sin levantar una gota de polvo.

Parece que algunos ayuntamientos no quieren entender el verdadero alcance del problema y hacen alarde de que han cambiado las sopladoras con motor de gasolina por sopladoras eléctricas. Con ello es cierto que evitan la emisión de los gases de combustión y reducen la contaminación acústica, pero dejan sin resolver el problema principal que es la proyección de una “onda de polvo” en el aire, con todos los inconvenientes que ello comporta y que ya hemos apuntado.

Ya sé que los ayuntamientos intentan optimizar sus plantillas de limpieza y sus tiempos de actuación, pero desde luego la solución -no lo duden- no está en “soplar” sino en “aspirar”, no está en lanzar el polvo por el aire sino en humedecerlo y recogerlo.

La solución es sustituir las sopladoras por aspiradoras eléctricas como esta.

Si a ello añadimos la falta de sensibilidad, de formación, de información o de destreza de algunos empleados de limpieza, la cosa se complica. Muy recientemente he presenciado en las calles de mi barrio cómo un empleado con su sopladora de gasolina, levantaba una nube impresionante que envolvía a los viandantes sin el menor cuidado ni la menor consideración. Me parece inaceptable. Además, no olvidemos que los primeros perjudicados por esta contaminación ambiental son los propios barrenderos, que avanzan envueltos en una nube contaminada y contaminante, y muchas veces sin llevar una mascarilla adecuada.

Quizá tengamos que recuperar la escoba, el rastrillo y la manguera de toda la vida, como cuando se baldeaban las calles, las ceras estaban más limpias y el aseo de los espacios urbanos se hacía con mimo, sin prisa, con minuciosidad y buen criterio. Además, obviamente, lo suyo es acceder a tecnologías modernas de aspiración, silenciosas y limpias. Lo que no podemos es seguir cambiando el polvo de sitio como con los viejos plumeros, propagando enfermedades y destrozando el medio ambiente.

No a las sopladoras, ni a las de gasolina ni a las eléctricas, porque son desagradables, porque son peligrosas y porque la higiene pública y la salud ciudadana merecen soluciones más inteligentes y avanzadas.

¡Así revienten todos!

•23 enero 2021 • 1 comentario

¿Por qué -nos preguntamos los madrileños- quince días después de la nevada seguimos teniendo nuestras calles llenas de toneladas de nieve helada, basura y ramas de árboles? Y hoy mismo nos daba la respuesta un artículo aparecido en el diario El Pais: “La conservación de carreteras es una tarea que ha sido privatizada gradualmente desde mediados de los noventa”. La Comunidad de Madrid paga 25 millones de euros al año (un cuarto de Zendal) a siete empresas privadas que actúan en nueve áreas de la región. Dichas empresas son Aceinsa, Durantia, Viabal, Reynober, Obras y Servicios Sgasa y una unión de las empresas Ferrovial y Cespa. Publico sus nombres para que sirva como hemeroteca por si, en un próximo futuro, vemos en sus plantillas a funcionarios públicos actuales.

Como dice Francisco Fadrique, un conductor de la Consejería de Transportes, “Es la táctica de siempre. Vas abandonándo poco a poco a los servicios públicos, y luego te inventas que no tienes personal como excusa para privatizarlos”. No hay ningún misterio es, sencillamente, un proceso de liquidación de lo público en favor de lo privado.

El caso es que hasta Andalucía y Murcia mandaron a Madrid quitanieves para ayudar ante el ataque del temporal Filomena. Pero resulta que, entre tanto, en Madrid había nueve quitanieves del servicio público que nunca entraron en acción, permaneciendo en sus bases de la sierra.

Trabajadores de una de esas bases, enclavada en la localidad de Chapinería, han confesado: “Ahora ya sólo nos dedicamos a quitar rastrojos de los arcenes de la carretera”. Es decir que nos gastamos millones en pagar a empresas privadas por servicios que podrían hacer unos operarios que mantenemos mano sobre mano.

¿Quién gestiona esto de forma tan torticera; a quién se le ocurre dejar aparcados en Chapinería y Gandullas nueve quitanieves mientras Madrid se encuentra sumida en el caos?

Según la información proporcionada por El País, estas máquinas no se han movido de sus bases desde la campaña invernal 2019-2020. Nadie les ha pedido que actúen, pero, eso sí, se ha seguido pagando religiosamente a las privadas.

El problema es que en el ideario político de las autoridades de la Comunidad de Madrid y del Ayuntamiento no gustan los servicios públicos, aunque sí pagar a empresas privadas con dinerito público. Además, la Comunidad se atreve a asegurar que estas empresas privadas hacen el trabajo con un costo menor que los recursos públicos… Algo que los sindicatos niegan tajantemente y rotundamente.

Y 15 días después de Filomena nuestras aceras siguen así

Vamos a ver, esto forma parte de un maquiavélico plan privatizador, porque no es una cuestión de que las autoridades de la Comunidad de Madrid sean una panda de ineptos, no, ni mucho menos, simplemente están llevando adelante sibilinamente su plan, un plan para liquidar todos los servicios públicos, de la misma manera que están liquidando la Sanidad pública, e intentan acabar con la Enseñanza pública.

Y nosotros, los madrileños, somos las auténticas víctimas de esta trama para arrasar los recursos y a los profesionales del sector público. Los mismos madrileños que llevamos quince días invocando a la lluvia para que nos despeje las calles en los barrios, porque el Ayuntamiento no ha hecho absolutamente nada; no sé si porque no ha querido o porque no ha podido. El caso es que la consecuencia es la misma, el caos circulatorio y el caos sanitario.

Donde están los servicios municipales de limpieza dos semanas después.

Esta misma mañana, nada menos que dos semanas después del paso de Filomena, mi calle, la calle más comercial del barrio de Moratalaz, sigue llena de montones de nieve helada que ni la benéfica lluvia ha logrado deshacer, y de montones de basura tirada por los suelos que nadie recoge… ¡Dos semanas!

Mientras fotografiaba estos “espacios ciudadanos” invadidos por el hielo sucio y los residuos, una mujer que pasaba me comentó: “Y menos mal que como hace mucho frío la basura no huele, porque con el tiempo que lleva ahí tirada”.

Sólo el agua redentora y un frío oportuno están consiguiendo que este tema de la nevada en Madrid se vaya resolviendo espontáneamente. El alcalde y su pandi del Ayuntamiento y de la Comunidad deben estar muertos de risa pensando: “Estos idiotas de madrileños… Así revienten todos”.

¿Qué comen los pájaros?

•13 enero 2021 • 1 comentario

Me cuenta mi amigo Juancar que el otro día, andando entre la nieve por la calle, se encontró un abejorro que parecía estar bastante perjudicado. Y como Juancar es como es, lo recogió y se lo subió a casa. Le buscó un pequeño recinto de plástico transparente, y le metió miel y agua. 

Parece que el abejorro aprovechó ambas cosas y se repuso bastante rápido, de manera que lo dejó suelto por el salón; el abejorro voló hasta el cristal de la ventana y se puso al solecito para recuperar energías. Tan mejorado lo vio que, a la mañana siguiente, le abrió la ventana para que volara libre por fin. Su sorpresa fue que, pasadas varias horas, el abejorro regresó. Mi amigo, finalmente, ha decidido acoger (¿adoptar?) al abejorro que, según informaciones que he visto en Google, tendrá una vida media de apenas unos 28 días.

En invierno, las aves tienen muchas dificultades para encontrar alimento

Esta bonita y curiosa historia me ha recordado que, en invierno, la nieve y el frío intenso son una peligrosa experiencia para muchas especies de animalitos que conviven con nosotros en las ciudades. De ellos los más vulnerables son las aves, los pajaritos, que estos días andan desesperados buscando algo que echarse al buche en un paisaje hostil, totalmente cubierto por la nieve.

Y no es una cuestión de buenismo, es que los pajaritos son muy importantes para nuestro entorno y, además, son familia, como el resto de las criaturas que hay en la naturaleza. No olvidemos que, por ejemplo, nuestro ADN es similar en un 90% a de un chimpancé, pero también en un 85% al de una vaca, en un 69% al de un ornitorrinco, en un 47% al de una mosca de la fruta, en un 44% al de una abeja y hasta en un 18% al de la levadura que se usa en panadería. Todos estamos emparentados.

Un cuenco con grano puede ser vital para los pajaritos de tu entorno

Y que poco cuesta

Lo cierto es que con un mínimo esfuerzo podemos hacer un trabajo extraordinario para ayudar a nuestras aves de jardín a superar estas épocas climatológicamente complicadas. Claro que, tomada la decisión de echar una mano nos surge la pregunta: ¿Y qué comen los pájaros?

Pues lo que nos dicen los expertos es que podemos ponerles cacharros con agua y, aparte, comederos en los que, por ejemplo, podemos colocar pan desmenuzado, tanto blanco como moreno, pero que convendrá humedecerlo si está demasiado seco. 

También aprovechan el arroz cocido (con o sin cáscara) pero hervido sin sal. Son igualmente interesantes las frutas secas como uvas o ciruelas, que son un manjar para mirlos, zorzales y petirrojos. Y no olvidemos las manzanas, que tienen mucha demanda incluso aunque estén algo pasadas.

Los especialistas nos hablan de un llamado “pudding para aves”, que se compone de un tercio de sustancia grasa y dos tercios de una mezcla de semillas, nueces, frutas secas, avena, queso, y bizcocho. Una vez enfriado se desmoldea y se coloca en el comedero.

Las palomas, y las tórtolas optan por los granos de trigo y cebada

En cuanto a las semillas para pájaros, las mejores son aquellas que contienen mucho maíz en copos, cacahuetes troceados y pipas de girasol mezcladas con otras semillas. También son interesantes las semillas pequeñas como el mijo, que atraen a gorriones, acentores, verderones, escribanos y tórtolas.

El maíz en copos le encanta a los mirlos y a los acentores, mientras que los verderones se decantan por el cacahuete y la pipa de girasol. Los copos de avena también son excelentes par muchas aves.

Las palomas, las tórtolas y los faisanes, que se alimentan en el suelo, optan por los granos de trigo y cebada.

Los cacahuetes son muy ricos en aceite y son los preferidos de los páridos, los verderones, verdecillos, gorriones, trepadores azules, lúganos y picos picapinos. Pero, ojo, siempre tienen que ser sin sal.

Funcionan muy bien para los comederos las papillas de avena secas. Los páridos y los picos picapinos aprecian mucho las grasas como el sebo. Las cortezas de bacon también pueden usarse si no tienen mucha sal y cortadas en tiritas muy finas.

Los petirrojos nunca le harán ascos a un queso rallado, y suele funcionar muy bien la patata hervida o asada, bien machacada.

Aunque no son tan fáciles de conseguir, los petirrojos y otros insectívoros como las lavanderas, se pirran por los gusanos de la harina, que se pueden encontrar en tiendas de animales y de pesca.

Alguien ha dejado este pequeño tape en un banco para que puedan comer sus vecinos con alas… Todo un detalle

Según nos indican los entendidos, la única época del año en la que no deberíamos alimentar a las aves es entre finales de abril y primeros de octubre, porque están alimentando a sus polladas, y la comida de comedero podría no ser las más adecuada. Sí es cierto que en los períodos prolongados de sequía, cuando la tierra está muy dura, puede ayudarse a los mirlos y zorzales con alimentos como fruta y queso fresco rallado.

Para evitar que las aves más grandes y agresivas, como los estorninos, devoren la mayoría de la comida, el comedero puede cubrirse con una malla que sólo permita la entrada de aves de pequeño tamaño, aunque esto tiene el inconveniente de que no permitirá comer a mirlos y zorzales.

Y si quieres hacer la gracia completa, puedes construir un pequeño bebedero, enterrando un recipiente de zinc o de caucho en el suelo y llenándolo de agua, incluyendo algunas piedras para que puedan posarse. El fondo del cacharro, no debe ser resbaladizo y el agua hay que cambiarla con frecuencia. En el agua de los bebederos nunca hay que añadir sal o anticongelante para que no se haga hielo porque eso mataría a las aves.

Y eso es todo; espero que algunos de vosotros os animéis a cuidar a nuestros amigos los pájaros, tan útiles devoradores de insectos y tan alegres preciosos y coloridos vecinos.

Quinto día triunfal de la nevada: los madrileños de los barrios abandonados a su suerte

•13 enero 2021 • Deja un comentario

Hace ya cinco días que cayó la gran nevada en Madrid. Creo que todos hemos entendido que ha sido una circunstancia inusual, excepcional, pero desde luego lo que sí que ha sido es previsible. Y precisamente porque ha sido previsible, nunca debieron quedarse tantos cientos de vehículos bloqueados en las carreteras madrileñas y en las vías de la capital. ¿A nadie se le ocurrió establecer un toque de queda para los vehículos, imponiendo una hora límite para que circularan, sabiendo (como se sabía) que iba a ser la nevada del siglo? No hace falta ser un genio caramba, y nos habríamos ahorrado muchos esfuerzos, muchos recursos y mucho dinero.

Transitar por las aceras se ha convertido en una aventura peligrosa

Aluciné escuchando a las autoridades municipales y autonómicas presumiendo de que iban a movilizar tropecientos vehículos y personas, pero lo cierto es que por mi barrio, el barrio de Moratalaz, un barrio de gente sencilla claro, no apareció una máquina hasta dos días después, ni siquiera para abrir las vías principales, y con una estrategia incomprensible ya que mi calle, que es una arteria comercial muy transitada que atraviesa el barrio de punta a punta, se ha abierto de las últimas. 

La imposibilidad de transitar por las aceras empuja a la gente al centro de la calle

Pero, déjate las carreteras y cógete las aceras, las zonas por las que tiene que moverse la gente para ir a la compra o a la farmacia. Aquí ya me faltan palabras para describir el caos que, cinco días después de la nevada, sigue instalado en el barrio. Menos mal que los portero de los inmuebles, allí donde los hay, y algunos vecinos voluntarios donde no los tienen, se han echado a la calle para abrir sendas limpias en la nieve y hielo por las que poder moverse. 

El estado de las zonas por las que habitualmente circulan los ciudadanos es lamentable

Miles de toneladas de nieve helada cubren aún las aceras, cientos de ramas rotas de árboles siguen tiradas y los contenedores de basura están rebosantes de bolsas porque nadie pasa a recogerlas. A todo esto los autobuses ni están ni se los espera.

Gracias a la colaboración de porteros, conserjes y vecinos se han abierto pequeños senderos

No sé en qué condiciones están los barrios de los ricos de esta ciudad, las calles del barrio de Salamanca y Retiro, pero desde luego aquí, en Moratalaz, estamos materialmente abandonados a nuestra suerte.

Las ramas y árboles caídos siguen ahí, sin que nadie los retire

Tengo en la cabeza la imagen del alcalde Almeida bailoteando y me pregunto si es que los madrileños tenemos cara de idiotas.

Y entre tanto, miles de personas se congelan en la Cañada Real mientras la compañía eléctrica sigue sin darles suministro, aunque, eso sí, incrementa el costo de la factura de manera desaforada apelando a las leyes de un mercado que pone en 90€ el precio del kilovatio hora.

¿Se ha perdido la decencia y el sentido de la responsabilidad? ¿No queda ya un mínimo de empatía social?… O es simplemente que estos “gobernantes” locales y autonómicos no dan la talla… Pues si es así, que renuncien, que dimitan, que se marchen y dejen el sitio a otros que quieran trabajar y hacer las cosas bien.

Por cierto, el Sr. Casado, que parece que tiene una pala, que se pase por la calle Hacienda de Pavones de Moratalaz a quitar un poco de nieve, que nos hace mucha falta.

2020: EL AÑO DE LOS IDIOTAS

•4 enero 2021 • Deja un comentario

La idiocia es el trastorno mental propio de los idiotas y, según nos recuerda el diccionario, se caracteriza por una deficiencia muy profunda de las facultades mentales, ya sea esta congénita o bien adquirida, en la cual la persona tiene un desarrollo físico normal, pero una edad mental que no sobrepasa la propia de un niño de tres años.

Dicho así, parece que tampoco debería ser un gran problema, al menos no en el aspecto cuantitativo. Se supone que tampoco hay tantos idiotas. Pero la realidad es tozuda y nos está demostrando en este año del Covid-19 que hay más idiotas que champiñones.

Porque, vamos a ver… Preguntémonos quiénes pueden ser calificados de idiotas. Bueno, pues, a poco que escarbemos, nos vamos a llevar una buena sorpresa.

Mira, son unos idiotas quienes, aprovechando las terribles circunstancias de la pandemia, tratan de hacer sangre política de cada decisión, de cada comentario, de cada solución, de cada actitud de sus oponentes… Sean del color que sean.

Son unos idiotas los políticos que, como Trump negándose a usar mascarilla, como Bolsonaro hablando de “resfriadinho”, o como López Obrador espetando desde la tribuna: «Detente enemigo, que el corazón de Jesús está conmigo», han llevado a grandes países a un caos del que inevitablemente saldrán con mucho dolor, con gran dificultad y con demasiadas bajas.

Son unos idiotas quienes están dispuestos a sacrificar la salud de todos y a llenar los cementerios en aras de la conservación a toda costa de ciertos sectores comerciales (hoteles, restaurantes, agencias de viaje, alquileres de coches, bares, discotecas…) que en muchos casos no son más que el fruto de una sociedad estructuralmente empobrecida que se ha vendido al dinero fácil del turismo, convirtiendo a España en un país de camareros, en detrimento de la industria, de la investigación científica, de la formación educativa y de la talla cultural de los ciudadanos.

Son unos idiotas los españoles que ignoran los consejos de los expertos y que incluso reniegan de ellos con actitudes rebeldes que no son más que manifestaciones de su simplicidad, de su desconocimiento, de su falta de criterio y aún de un mínimo de prudencia. Aquí englobo, por supuesto,  a los negacionistas que gritan libertad ante las normas de confinamiento, y a los tarados que organizan o participan en botellones y fiestas clandestinas despreocupándose de las consecuencias, esos payasos que se creen invulnerables al virus y desprecian las medidas de protección social y la vacuna. 

Idiotas sin remedio son aquellos que desprecian y ponen en riesgo a las personas de edad, defendiendo que el mundo de los jóvenes debe prevalecer sobre el de aquellos “que ya han vivido todo lo que tenían que vivir” y ahora deben aceptar su suerte por el mero echo de ser viejos. Aquellos que no pueden renunciar a la cervecita con los amigos y sin mascarilla, por supuesto, porque, como todo el mundo sabe, la cerveza impide la transmisión del virus.

Como veis, la pandemia de la idiocia ya estaba aquí antes que la del coronavirus.

Y PARA FINALIZAR

No quiero desaprovechar este viaje para dejar una reflexión dedicada a los políticos de la Comunidad de Madrid que, probablemente, no digo yo que no, sea extensible a los de otras autonomías.

Pregunto: ¿Qué es lo que habría que hacer para lograr que la falsamente meliflua señora Ayuso abandonara su puesto?… Este es un tema que me obsesiona. ¿Cómo lograr que el inconsistente y tantas veces ninguneado Ignacio Aguado suelte, por fin, un puñetazo encima de la mesa? ¿Cómo alcanzar la dicha de que el Consejero de Sanidad, Sr. Ruíz Escudero, deje aflorar la personalidad que probablemente tiene en alguna parte y aconseje con vehemencia a su presidenta que deje de reírse de los madrileños?

Porque, señores de la CM, lo que ustedes hacen es jugar al antisanchismo mientras empapan en veneno cada una de sus afiladas frases contra el Gobierno central, cuestionando (como en una reducción al absurdo) cada verdad y su contraria, cada acto, cada decisión, cada criterio… Todo, absolutamente todo. Y, entre tanto, ese mundo de privatizaciones, prebendas, concesiones, favoritismos, simonías y amiguismos que ustedes han creado hace agua por todas las costuras.

Hablemos claro: ustedes no controlan esta pandemia, nunca lo han hecho; ustedes son unos ignorantes, unos inconscientes que viven en un mundo de ficción, que han recibido 50.000 vacunas y sólo han sido capaces de poner 3.000… por pura ineptitud. Y, señores, 3000 es sólo el 6%, una cantidad ridícula en relación con el 18% de media que se ha puesto en España, y eso que el 18% también es un porcentaje ciertamente escaso. 

Ustedes, señores de la comunidad madrileña siguen igual que siempre, con un problema estructural en la Sanidad porque, hace años ya, decidieron repartir la tarta con sus amigos de las empresas privadas. Y, de hecho, el señor Aguado ya insinuó ayer que la vacunación va a requerir el concurso del sector privado… ¡Como no!. 

¿De verdad me dicen que nuestros centros de atención primaria no están preparados para poner estas vacunas? Y, en todo caso, ¿realmente no se podrían contratar más profesionales para cubrir esta necesidad?

Ustedes sostienen que en Madrid no hay problemas ni logísticos ni de personal, pero es mentira, porque su Sanidad Pública está muy tocada. Están ustedes deseando que sus profesionales se quejen mínimamente para gritar: “Lo ves, es que aquí hace falta la ayuda de la privada” y tirar de chequera ajena una vez más.

Destrozar la Sanidad Pública primero y contratar después la privada es un juego muy sucio y cortoplacista que algún día pagarán, estoy convencido.

Mientras, yo, que ya he pasado de los 70, que soy un paciente de riesgo, que temo cada día infectarme con este maldito virus, me siento solo, desprotegido e ignorado. Desde luego, si llego vivo a la vacuna no será gracias a ustedes, que están a lo suyo, que nada tiene que ver con lo mío, con la seguridad y la protección de los ciudadanos, sino con el tres por ciento y el rédito político. ¡Que penita más grande!. 

LO QUE DE VERDAD IMPORTA

•31 marzo 2020 • Deja un comentario

Esta crisis está dejándonos mucha sabiduría encima de la mesa, muchos principios, informaciones y realidades que deberían procesar convenientemente quienes nos gobiernan, quienes dirigen los destinos de nuestras sociedades.

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Primero la gente

Ha ocurrido, por ejemplo, que diversos gobernantes cargados de prepotencia, soberbia e ignorancia, han apostado por un futuro en el que primaban la economía y el comercio, por un futuro con dinero, aunque ello supusiese dejar morir a las personas mayores, a los físicamente más vulnerables. A estos la realidad se les está revolviendo como una maldición bíblica y en sus países la población se infecta en masa y la economía se hunde sin remedio.

Aquí la lección es clara: “lo primero es la gente”; luego, tiempo habrá de recuperar la economía.

Todos a una

En estas guerras pandémicas no valen banderías, discrepancias, discusiones y egoísmos. Estas situaciones sólo se dominan con unidad, con solidaridad.

De nada sirve, ni a nada contribuye, que algunos líderes políticos estén machacando a diario al Gobierno para dejar así su impronta en una situación que ni entienden ni controlan, dejando una clara muestra de su ignorancia.

Cuando el enemigo está a las puertas sólo vale una actitud, que es seguir las consignas, dar ejemplo de disciplina y respaldar las decisiones de quienes tienen la responsabilidad de gestionar el país.

Yo entiendo que algunos políticos de segunda fila se desesperan al ver que nada pueden ni tienen que hacer salvo acatar y respaldar, y que se sienten en la obligación de resaltar cada retraso, cada fallo, y de discutir cada decisión, intentando generar para sus contendientes una imagen de imperfectos, tratando con ello de hacer pensar a la gente que ellos lo habrían hecho mejor, algo que en la inmensa mayoría de los casos sería muy discutible. A algunos les amarga no tener el poder, ser oposición y, por ello, tener que obedecer y respaldar.

Pues no, ahora es tiempo de “todos a una” y, en el futuro, cuando el COVID-19 sea un recuerdo, tiempo habrá de discutir, de reprochar y demás… Hoy no señores, ahora no. Ahora, a callar y a colaborar. Miren ustedes señores de la oposición cómo ha reaccionado la gente, los españoles, y procuren estar a la altura.

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Somos un país muy civilizado

Comportamientos anecdóticos aparte, este país ha demostrado el gran nivel de su gente, su civismo, su empatía, su inteligencia y su comprensión.

A nadie se le escapa que el estar semanas y semanas encerrados en casa es una situación agobiante y familiarmente compleja, que exige mucho esfuerzo, mucha voluntad y paciencia.

No voy a negaros que, conociendo el individualismo de nuestra gente, nuestro carácter mediterráneo y lo muy volcados que estamos hacia la calle en este país, temí lo peor cuando se anunciaron las medidas de confinamiento. Ahora estoy encantado, orgulloso de la gente, de mi gente, de su cordura y su disciplina. Ahora sé que juntos vamos a acabar con el virus.

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La importancia del Sistema Público de salud

Si algo ha quedado meridianamente claro en esta crisis es la importancia de que exista en el país un sistema público de salud, extenso, proporcional, suficiente, bien dotado, con plantillas adecuadas y equipamientos acordes con lo que todos esperamos de él.

Han quedado en evidencia los desmantelamientos, los cierres de plantas, quirófanos e instalaciones realizados por algunos gobiernos en el pasado reciente para primar la medicina privada.

La medicina privada se ha mostrado impotente ante la crisis. Sólo el Sistema Público de Salud está preparado para solucionar los problemas graves, pero resulta que está teniendo que hacerlo a pesar de las muchas carencias de personal, de espacio y de medios que ha evidenciado la lucha contra el COVID-19, y que no es más que la herencia de una gestión nefasta de la sanidad.

Ningún negocio privado, ningún amiguismo, ningún “tres por ciento” debería privarnos de un sistema sanitario público de envergadura en el que todos podamos confiar y del que todos podamos sentirnos orgullosos.

La investigación y la ciencia

Hay cosas que no se sostienen, pero que son consecuencia de que nuestra sociedad se rige exclusivamente por las leyes del mercado. Por eso, un futbolista gana millones al año mientras que un investigador, ese que puede salvar la vida de cientos de miles de personas, gana quince mil.

Si hay que sacar alguna conclusión de este momento histórico de España es que es necesario que contemos con laboratorios punteros, en los que científicos correctamente pagados estudien, desarrollen, perfeccionen, prevean, analicen…

No debemos permitir que nuestros mejores cerebros tengan que irse al extranjero en busca de oportunidades porque no las encuentran aquí.

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El año que florecieron las “quelis”

En momentos como este hemos… recordado, que hay un montón de gente tan necesaria como menospreciada, sin la que nada es posible. Es la gente de la limpieza, los que van detrás de los sanitarios trapo en mano, higienizando, desinfectando… Sin ellos, no lo dudéis, todo se hundiría.

Y de la misma manera que les pedimos que salgan de casa y vayan a dar la cara en estos momentos de riesgo, de miedo, deberíamos acordarnos de ellos para exigir a los empresarios que los contratan que lo hagan con unos sueldos algo más dignos, más acordes con la importancia de su labor.

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Las fuerzas del orden

Otro tanto puedo decir de los policías locales, las policías autonómicas, la Policía Nacional, la Guardia Civil, los guardias privados de seguridad y por supuesto, las Fuerzas Armadas. Tan necesarios todos ellos para poner orden en el caos, para hacer cumplir las normas necesarias, para detener a los que las incumplen, para garantizar el tránsito de mercancías, el movimiento en los puertos y aeropuertos, para perseguir a los delincuentes que aprovechan estas situaciones anómalas para engañar, timar y robar.

Los transportistas

No me voy a olvidar de los transportistas, porque ellos garantizan el movimientos de las mercancías que esta sociedad necesita para comer, para su higiene, para su ocio durante el confinamiento, para su salud. Y cuando digo transportistas me refiero no sólo a los camioneros sino también a los taxistas, a los conductores de los autobuses, los metros y los trenes, y a los repartidores, que también están moviéndose en el frente de batalla, rozando peligrosamente al virus y jugándose la salud y la vida.una-cajera-establecimiento-alimentacion-barcelona-1584349709070

Los empleados de las tiendas

Gracias también a nuestra cajeras, a los mozos de almacén y a los colocadores, que estos días garantizan que los estantes de las tiendas estén provistos y en orden, garantizándonos que no sufriremos carencia en nuestro confinamiento. Ellos también se han convertido en protagonistas en los tiempos del virus.

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Y, por supuesto, el personal sanitario

Pero hay en esta guerra contra la pandemia un equipo de profesionales ante los que que descubrirse con admiración y respeto; son los médicos, las enfermeras, enfermeros y auxiliares que trabajan en los hospitales y centros de salud, que acuden a los domicilios, que viajan en las ambulancias.

Ellos son lo mejor de nosotros, los más sacrificados, los más entregados, los más valientes. Por eso han sido ellos los que, proporcionalmente, han tenido un mayor número de bajas.

Acordémonos de nuestros sanitarios cuando todo esto pase, no solo porque se lo merecen, sino porque volveremos a necesitarlos cada día, todos los días, este año y todos los años que vendrán.

LOS GATOS DE EL RETIRO EN PELIGRO POR LA DEJADEZ DEL AYUNTAMIENTO

•21 marzo 2020 • Deja un comentario

El alcalde debería ser más sensible con el tema

Para las muchas personas que me consta que están preocupadas por el destino de los gatos del parque de El Retiro de Madrid, quiero informar de que hay una organización sin ánimo de lucro que se dedica habitualmente a protegerlos y cuidarlos, que es la Asociación de Amigos de los gatos del Retiro (AGAR) y que, según nos informa la Asociación para la Liberación y el Bienestar Animal (ALBA), está autorizada para que una persona entregue a los jardineros del parque, una vez por semana, la comida que necesitan los gatos de El Retiro.

El problema es que los jardineros no conocen adecuadamente dónde están todos los puntos a los que los gatos acuden a comer cada día. El tema es complicado porque se trata de una gran cantidad de pienso ya que en el parque de El Retiro hay cerca de 300 gatos actualmente. No obstante la dirección de ALBA me señala que, de momento, es lo máximo que se ha conseguido de las autoridades que controlan el parque madrileño, es decir, del Ayuntamiento, que es el responsable de la gestión del mismo.

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En El Retiro hay cerca de 300 gatos que necesitan alimentos y atención veterinaria.

Doña Valentina Aybar, del Hospital Felino de Madrid, sostiene que los gatos de la calle tienen derecho a ser alimentados y tienen derecho a asistencia médica; que las alimentadoras tienen igualmente derecho de acceso –normalizado si se quiere- a su colonia para poder alimentar a los gatos, que en muchos casos ya se han pasado una semana sin recibir alimento.

Nos recuerda esta experta que si las colonias no son alimentadas correctamente, surgen en ellas situaciones de estrés y se dispersan, con lo que aparecen nuevos problemas y enfermedades. Por eso es fundamental que las cuidadoras puedan acceder a sus colonias, porque son ellas y no los jardineros las que saben dónde se encuentran exactamente los puntos a los que los gatos acuden a comer.

Por supuesto, también nos recuerda la señora Aybar que privar de alimento a los gatos es una forma de maltrato, que va en contra del derecho animal y es una actitud cruel. Y además –añade- en un momento como el que estamos viviendo de alerta sanitaria deberíamos tener más sensibilidad, más compasión y un mayor sentido de la protección de los más débiles.

No sé si el alcalde de Madrid es consciente de que toda vida es valiosa, también la de los gatos callejeros y los de nuestros parques, que son las mascotas colectivas de todos los madrileños, unas mascotas que queremos sanas y que nos gustará saber que están ahí cuando pase el confinamiento y podamos volver a pasear por nuestras zonas verdes.

Por muy amenazante que sea el coronavirus, es indigno que la corporación municipal olvide a estos pequeños vecinos de la ciudad tan indefensos, tan necesitados de atención.

¡Póngase las pilas de una vez señor Martínez Almeida! ¡NO, no es suficiente con permitir que los jardineros “echen” el pienso a los animales!

Autorice a los especialistas de las asociaciones a entrar en los recintos, a controlar la situación de las colonias, a atender a los gatos que lo necesiten. No añada más problemas de los que ya tenemos por dejadez o por ignorancia.

Sólo la Sanidad Pública está a la altura de las circunstancias en esta crisis sanitaria del coronavirus

•10 marzo 2020 • 1 comentario

Llevo toda mi vida diciendo a quien me quiera oír que la sanidad privada “no es de fiar”, y que para hacer frente a auténticas situaciones de emergencia sanitaria sólo podemos contar con una sanidad pública bien equipada, con recursos económicos y con buenos profesionales.

La crisis del coronavirus está poniendo en evidencia qué podemos esperar de la medicina privada: los hospitales/empresa derivan a casi todos los enfermos a centros públicos… Básicamente porque no son rentables. Y sin importarles que estos centros públicos están a punto de colapsar.

Y la misma música si se trata de las mutuas, que tampoco quieren hacerse cargo de los gastos de los tratamientos. En lo que se refiere, por ejemplo, a los laboratorios madrileños que hacen los análisis, se empezó con cuatro y el aluvión de enfermos obligó a ir abriendo otros; ahora ya son siete y ninguno de ellos es estrictamente privado (sólo hay uno que es concertado).

No hay como una situación extrema para ver por donde fallan las costuras. Los hospitales privados son empresas mercantiles, es decir, que su esencia no es aliviar la enfermedad o curar al enfermo; su meta es ganar dinero y punto pelota. De la misma manera, los propietarios de patentes de productos sanitarios, que podrían ayudar a los enfermos, los retienen para subastarlos luego a un precio más jugoso.

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¿Aún tienes dudas de que hay que replantearse la colaboración del Estado con estas empresas rapiña, ya sean hospitales o laboratorios?

A esto podríamos añadir el problema de los sueldos de miseria que muchos facultativos ganan en los centros privados; unos profesionales que, además, están sometidos a la disciplina empresarial, en ocasiones por encima de la ética profesional.

Madrid, por ejemplo, tiene 33 hospitales públicos y 50 privados

La sanidad privada siempre opera con plantillas muy ajustaditas, así que difícilmente puede tener la flexibilidad necesaria cuando se produce una situación de alta exigencia como la actual.

Según informa UGT “En la mayor parte de los casos, por no hablar de la totalidad, ante sospecha de contagio por el virus se da traslado a un hospital de la sanidad pública de gestión directa”

No obstante, acepto que es muy posible que, en algunos casos, los hospitales privados se vean obligados a derivar a los enfermos de coronavirus a la sanidad pública porque carecen de medios como habitaciones con un buen aislamiento o camas suficientes. Pero, al final, esto significa que no están preparados.

En resumen, la sanidad pública está asumiendo todo el tratamiento del coronavirus. Y yo me pregunto: ¿Para qué sirven entonces tantas clínicas privadas?

Y las aseguradoras… Esas tampoco se matan por ayudar… Directamente excluyen de las condiciones generales de sus contratos de tratamiento las epidemias, las pandemias y las enfermedades derivadas de ellas. Hablo de Sanitas, Mapfre, DKV, AXA, Asisa, Adesla… Y así hasta doscientas.

Parece claro que en este país la sanidad privada no implica un plus de calidad sobre la pública, muy al contrario. Por eso, toda la gente que consideraba que la asistencia sanitaria pública está devaluada ahora tendría que reconsiderar su decisión de irse a la privada.Mirad, las empresas de medicina privada tienen detrás un consejo de administración que es el que marca la pauta, y no decide por razones humanitarias sino por cuestiones puramente monetarias, por rentabilidad.

Cuidado, que no los cuestiono como empresas, porque una empresa es lo que es. Lo que digo es que a la población, como potenciales enfermos en una epidemia, no nos sirven absolutamente para nada.

Debemos exigir que el Estado potencie, mejore, amplíe y dote adecuadamente a la sanidad pública, para que éste país nunca tenga que depender de empresarios, sino de políticos responsables y de instalaciones y profesionales de nivel, bien remunerados y equipados.

EL JUEGO DE LA OBSOLESCENCIA: POCOS AÑOS Y MUCHOS ENGAÑOS

•25 enero 2020 • Deja un comentario

Cuando un producto cae en desuso decimos que está obsoleto. Lo normal sería que esa obsolescencia se debiese a que lleva ya tantos años funcionando que ni siquiera hay piezas de recambio para repararlo. Pero no siempre es así.

Los productos también pueden caer en desuso porque hay avances tecnológicos, como pasó en su momento con las máquinas de escribir, que no pudieron resistir la irrupción de los ordenadores, o como ocurrió con los reproductores de cassettes, que fueron sustituidos irremediablemente por los lectores de discos CD y DVD.

La verdad es que el de la electrónica es un sector en el que la obsolescencia tiene mucho potencial: cambios en las características técnicas, incremento de los volúmenes de almacenamiento de información, aumento de la velocidad de procesamiento, mejora de las unidades de transporte de la información (discos, disquetes, cassettes, compactos CD y DVD, tarjetas de memoria…)

Hoy se da la paradoja de que, aunque estamos en condiciones de fabricar productos muy duraderos, nos encontramos con que existe una necesidad permanente de adquirir las tecnologías nuevas que se van desarrollando.

OBSOLESCENCIA PROGRAMADA

Eso trae aparejados multitud de problemas porque, si bien existe un trasvase de materiales tecnológicos del primero al tercer mundo, estamos generando millones y millones de toneladas de basura tecnológica, saturada de sustancias contaminantes, que acaba en vertederos africanos en los que no hay ningún control de los residuos.

El fenómeno de la obsolescencia afecta en la actualidad a campos tan insospechados como el de los productos inmobiliarios, porque los requerimientos de urgencia de ciertos programas de construcción llevan a la crear de edificios que, pasados unos años, empiezan a dar problemas que requieren importantes reformas o incluso tienen que ser clausurados o derribados.

Nosotros, como consumidores, tenemos mucho que decir en el tema de la obsolescencia, denunciando a las empresas y marcas que engañan, vetando sus productos y difundiendo por las redes los engaños que hemos constatado.

Es inaceptable tener que comprar productos que ya sabes que tienen una vida útil perfectamente calculada por el fabricante para que, cuando ésta transcurra, se estropeen irremediablemente y te veas obligado a hacer un gasto indeseado e indeseable.

Actualmente cobra más fuerza cada día la idea de que hay que evitar por todos los medios crear desechos que vayan a parar al medio ambiente, tanto si hablamos de alimentos, que además suponen un despilfarro indecente, como si nos referimos a muebles, aparatos, ropa, herramientas, juguetes, bombillas, pilas… y mil productos más.

Recuerdo que mis padres tenían una nevera eléctrica Westinghouse desde que se casaron. Cincuenta años después decidieron cambiarla, no porque se hubiera estropeado, que funcionaba perfectamente y jamás había tenido una avería, sino “porque era demasiado grande para el espacio de su cocina”. Aquel era un producto creado “para durar”.

Ahora las bombillas explotan cada dos por tres; los aparatos, aunque sean caros, empiezan a dar problemas demasiado pronto, los materiales de los que están hechas las cosas son más cutres, menos nobles: donde era acero ahora es aluminio, donde era cuero ahora es polipiel, donde era madera ahora es plástico, y donde era un plástico indestructible ahora es algo situado entre el plastiquillo y el cartoncillo.

A esto se une otro fenómeno: la falta de profesionales de la reparación. Hace ya bastantes años alguien me había regalado un bonito maletín de cuero, y como se le descosió la lengüeta de una hebilla me fui a un zapatero que, según recordaba yo, eran los que habían solucionado esos problemas toda la vida. El zapatero me miró, levanto una ceja, observó la lengüeta y negando repetidamente con la cabeza me soltó: “Puff esto ya no se lo va a hacer nadie, yo por lo menos no, es que no compensa el trabajo que lleva hacerlo.»

Lo mismo te pasa si quieres arreglar una radio o un viejo tocata, o cualquier otro aparato. Y ya no digo que te busquen una pieza “rara” y menos que te la hagan de artesanía, que eso ni me lo planteo, es que no se molestan en reparar nada; lo único que puedes pedir –en el mejor de los casos- es que te cambien el bloque, la pieza entera, la placa o lo que sea aquello en lo que está la avería.

El plan es fabricar mucho, vender mucho y tirar mucho, porque así funciona el capitalismo, así se logra un mercado sólido y dinámico. El consumo desaforado de recursos naturales y el incremento de la generación de desechos son problemas que… ¡Ya se verán más adelante!

Obsolescencia programada:

¿Por qué ocurre todo esto?… Porque cuando llegó el siglo XX los fabricantes empezaron a maquinar una maldad que se llama obsolescencia programada, que consiste en hacer cosas que duran menos, que tienen un ciclo de vida más corto… Cosas que se rompen y obligan a la gente a comprarse otro producto similar para sustituir al difunto.

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En ocasiones la obsolescencia programada se implementa incluso mediante sofisticadas tecnologías, como es el caso de las impresoras que, según mis noticias, llevan un chip específico para que, realizadas equis horas de trabajo, se “estropeen” o, para ser más preciso, dejen de funcionar. Hablamos por lo tanto de una obsolescencia fraudulenta, con engaño incorporado. Compramos productos con fecha de caducidad, condenados a estropearse y que haya que tirarlos… ¡Eso sí, en puntos limpios!

Obsolescencia percibida:

Es un tipo de obsolescencia inventada, inventada por líderes sociales, fabricantes y distribuidores; es lo que llamamos modas. Hoy resulta muy fácil practicarla gracias a que hay muchísimos medios de comunicación: la publicidad estática, la televisión, la radio, Internet, el cine, los medios de comunicación escrita, diversos eventos como festivales, salones, exposiciones y desfiles… Todos ellos tienen una única misión: hacer que te enamores de los productos que va ofreciendo el mercado, de tal manera que, aun estando casi nuevos los que ya tienes, los deseches para comprarte los novísimos… los últimos.

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Los profesionales de la obsolescencia percibida juegan con nuestra inconsciencia, con nuestro egoísmo infantil, con nuestro capricho, con nuestra “noveditis”

La finalidad de la obsolescencia percibida es que se considere que los productos están obsoletos aun cuando se encuentren en perfectas condiciones de uso y conservación. Las cosas ( máquinas, equipos, tecnologías…), simplemente caen en el olvido, ya no las queremos. No es que funcionen mal, es que dan menos rendimiento o tienen menos funciones que los nuevos equipos y tecnologías que en ese momento están saliendo a la calle… o eso nos parece, o eso queremos creer.

Un ordenador más rápido, un teléfono con más memoria o con una cámara de fotos más avanzada, todo puede ser objeto de la obsolescencia percibida.

La llegada de cada producto envejece automáticamente al anterior, aunque lo único que cambie sea la carcasa o unas lucecitas en una esquina; el caso es que, como nos convencen de que es un producto nuevo, lo percibimos como un producto mejor que debe sustituir al que tenemos.

Este tipo de obsolescencia es clásica en el mundo de la belleza, la ropa y los complementos: falda larga, falda mini, falda tubo, falda por encima de la rodilla… Abrigo con muchos botones, chaquetón, gabardina, gabán, cazadora deportiva…

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Bueno, se llama mundo de la moda, de lo que se lleva. Cada año tiene su moda, cada temporada tiene su estilo, y los “expertos” te convencerán de que lo que llevas está pasado aunque esté nuevo, y de que para ir “cool” tienes que comprar lo que hoy está llenando los escaparates.

El sector de los teléfonos móviles es un terreno abonado para la obsolescencia percibida. Las generaciones de modelos se suceden de forma vertiginosa y los fabricantes retienen sus avances para ir incorporándolos poco a poco.. Con la pantalla más grande, más largos, más anchos, más ligeros, flexibles, con más memoria, con mejor sonido, con una cámara de fotos más potente, con posibilidad multitarjeta… ¡Pero si hasta hay teléfonos Kosher! Y los enfermos de las novedades hacen colas de horas para disfrutar del efímero placer de tener entre sus manos el ultimísimo modelo… Hasta que aparezca el siguiente.

La obsolescencia percibida tiene mucho de psicológica, es una percepción inducida. Aquí los fabricantes se mueven vulnerando los límites de la honestidad porque hacen productos sencillos y baratos pero incompletos o con bajas prestaciones para, poco tiempo después, ofertar uno mejorado (que bien pudo haber comercializado desde el principio), y que lleva al cliente a comprar, dándose la chocante circunstancia de que, encima, tiene la percepción de que la marca que se lo está vendiendo es dinámica e innovadora. Finalmente todo es una simulación, un engaño, pero la mayoría entramos en el juego.

¿Cómo podemos defendernos?

La batalla entre los creadores de la obsolescencia y los usuarios es una lucha tremendamente desigual, pero es mejor hacer algo que dejarse arrastrar.

Lo primero que hay que plantearse es la reparación antes que la compra. Tenemos que alargar la vida útil de los aparatos y generar menos desechos, menos residuos. Sí, es cierto que cada día hay menos empresas dispuestas a reparar, pero esto es cuestión de oferta y demanda: si somos muchos los que exigimos reparaciones, no dudes de que aparecerán personas que las hagan.

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En cuanto a la obsolescencia percibida, hay que seguir pautas coherentes: piénsate bien si realmente necesitas el nuevo producto, porque puede que sólo creas que lo necesitas. Y si es un objeto o aparato que vas a usar muy pocas veces, ¿no sería más lógico que lo pidieras prestado? Y hay que dinamizar los mercadillos y tiendas de segunda mano, no seas pijo y acepta que hay muchas cosas usadas que son interesantes.

Hoy se empieza a mover una cierta economía colaborativa que puede ser una magnífica solución: alquilar, intercambiar, compartir, regalar…

Recuerda que tener el último modelo de lo que se te ocurra es un carrera que nunca vas a ganar. La industria siempre te va a tentar con algo nuevo y lo único que vas a conseguir es gastarte un montón de pasta.

¿AHORA RESULTA QUE TIENES APELLIDO JUDÍO?

•7 enero 2020 • Deja un comentario

Es curioso pero, en este país, los apellidos judíos probablemente son más antiguos que los cristianos, porque hay indicios de que ya en el siglo X antes de Cristo comerciantes judíos y fenicios mercadeaban con los tartesos gaditanos del Guadalquivir. Tal es la antigüedad de la presencia judía en la península. De hecho, durante las persecuciones religiosas de los siglos XIV y XV, los judíos hispanos utilizaron como argumento exculpatorio ante la Iglesia y el Estado que ellos estaban libres de culpa sobre a la crucifixión de Jesús porque ya habían llegado a España antes de que ésta hubiera ocurrido.

Hay noticia de la presencia de judíos en Hispania incluso antes de que llegaran los romanos. Tan enraizada estaba la comunidad judía en nuestro país, que se cuenta que en el siglo IV los propietarios cristianos de tierras de cultivo, además de pedir la bendición de los sacerdotes para sus cosechas, pedían también la de rabinos para así curarse en salud. Algo que, por cierto, sentaba fatal a la Iglesia, y que fue prohibido en el Concilio I de Elvira (Granada), que amonestó a los cristianos que pedían estas bendiciones rabínicas.

Desde entonces para acá siempre ha habido judíos en España, en todas las épocas, bajo todos los regímenes, de forma abierta o discreta dependiendo de cómo soplaran los vientos políticos y religiosos.

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Con los hispanorromanos y los visigodos, la vida de los hebreos españoles no era muy diferente a la de sus convecinos y cada uno observaba sus costumbres y sus creencias sin mayores enfrentamientos ni complicaciones.

Pero en el siglo VI, cuando el rey visigodo Recaredo abandonó el arrianismo y se convirtió al catolicismo, las cosas cambiaron radicalmente. Los judíos hispanos fueron perseguidos y obligados a convertirse, según una política que se iba a prolongar hasta finales de la Edad Media.

La idea básica era unificar el país, pero los políticos, dominados por las autoridades religiosas, no concebían una unidad política que no estuviera precedida por la unidad religiosa, y los judíos eran la única minoría confesional diferente que había en España.

Durante siglos, ellos, los judíos, vieron aparecer normas que limitaban su capacidad para comerciar, para trabajar la tierra, para contratar colonos… Era una forma de asfixiarlos de empujarlos hasta el abismo del exilio. Hubo momentos en los que se les obligó a convertirse al cristianismo bajo amenaza de ser expulsados del país, en una espiral de rechazo que no se detendría hasta el Concilio IV de Toledo, que les daría una efímera tregua. De hecho el panorama se volvió a estropear en el XVII Concilio de Toledo, en el que se decretó la esclavitud de los judíos como consecuencia de una supuesta conspiración planeada por los hebreos asentados en las tierras africanas asomadas al estrecho de Gibraltar.

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Así anduvieron los judíos, perseguidos y maltratados, hasta el siglo VIII, en el que llegaron los musulmanes al norte de África con ánimo de conquista, y que terminarían atravesando el estrecho, sin duda con la connivencia de los judíos españoles, que tenían mucho que ganar con aquel cambio de régimen.

¿Qué podemos reprocharles si, perseguidos durante siglos por los visigodos y la Iglesia Católica, podían ahora volver a “su tierra” en paz, disfrutando de la libertad de culto que los árabes les permitían? Hay que recordar que los musulmanes consideraban que, tanto cristianos como judíos, eran “gentes del libro” y que por ello no debían ser obligados a convertirse al Islam por la fuerza. Por otro lado, tenían garantizadas la vida, la propiedad de sus bienes y la libertad de culto, además de una gran libertad jurídica que les permitía acudir a sus propios tribunales para despachar los asuntos de sus comunidades. Eso sí, estaban sujetos a impuestos extraordinarios, tenían un estatus social inferior y no podían acceder a cargos públicos, entre otras discriminaciones. Pero eso no impidió que hubiera judíos que alcanzaron puestos de la máxima importancia en los estados andalusíes.

Durante el Emirato Independiente, el Califato de Córdoba y los primeros reinos de Taifas, es decir, entre el 756 y el 1086, la cultura hebrea conoció una etapa de bonanza y esplendor en la España árabe, pero con la invasión de los almorávides, más rigurosos en lo religioso, las cosas se torcieron bastante. No faltaron funcionarios, políticos y consejeros judíos en aquella época, pero la situación fue realmente a peor. Cuando llegó la nueva dinastía almohade con su islamismo extremista todo se complicó todavía más para los hebreos hispanos, de tal manera que a partir del siglo XII la población judía inició un éxodo masivo. En su mayoría se trasladaron a los reinos cristianos del norte, bien dispuestos a recibir nuevos colonos para repoblar sus tierras.

El rey de las tres culturas

La comunidad hebrea se integra con éxito en la cristiana y Fernando III El Santo no duda en proclamarse, tras la toma de Sevilla, como rey de las tres religiones. En las comunidades cristianas los judíos fueron transmisores tanto de sus propios conocimientos y cultura como de los que habían adquirido de los musulmanes, lo que sin duda enriqueció mucho a la sociedad cristiana. La Escuela de Traductores de Toledo creó en tiempo de Alfonso X el Sabio una recopilación de todos los saberes de la época, y en esa tarea fue fundamental la participación de los intelectuales judíos.

Los judíos terminaron por situarse en puestos de confianza cerca de los reyes y los nobles y eran los encargados incluso de recaudar los impuestos; pero esta confianza habría de ser su perdición porque en dichos puestos se fueron ganando también el odio del pueblo, y eso sería aprovechado en su momento por un clero que deseaba deshacerse de la comunidad hebrea promoviendo persecuciones antisemitas.

Aunque el propio Fernando el Católico defendía a los judíos allá por 1481, diciendo que las leyes que prohibieran algo a los judíos es como si se lo prohibiesen a él, lo cierto es que según fue avanzando el siglo XV la persecución antisemita, alimentada obviamente por el clero, se volvió feroz, y los reyes se veían impotentes para frenarla porque con ello se habrían jugado su legitimidad y su poder. La nobleza, por su parte, como estaba muy emparentada con judíos, también se encontraba en una posición débil. De hecho, en el siglo XVI aparecieron dos libros “El libro verde de Aragón” y “El tizón de la nobleza de España”, en los que ya se ponía en cuestión la pureza del linaje cristiano de la nobleza española.

Con la llegada del siglo XV el antisemitismo se dirige básicamente a los judíos conversos, a los que se califica como “cristianos nuevos” frente a los “cristianos viejos”, a los que se considera los verdaderos cristianos.

Cuando en 1474 accede al trono Isabel I de Castilla, casada con Fernando II de Aragón, el judaísmo no se castigaba, pero no por tolerancia o por indiferencia sino porque no existían herramientas jurídicas adecuadas para tipificar el delito. Por eso, la muy católica reina decide acudir al papa Sixto IV para que le autorice el nombramiento de inquisidores, a lo que el Papa accede en 1478 emitiendo la bula “Exigit sincerae devotionis”, con la que se pretendía, en apariencia, una conversión sincera y definitiva de los judíos al cristianismo de manera que finalmente fueran iguales que el resto de los ciudadanos.

Los guetos de Isabel y Fernando

Pero  las cosas no fueron tan fáciles; en 1480 sus católicas majestades terminan por crear guetos amurallados –tipo Varsovia- para los judíos, de manera que éstos no crearan “confusión y daño de nuestra santa fe”. En 1483 dan un paso más y expulsan a los judíos de Andalucía para evitar que mantuvieran un contacto nefando con los conversos.

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En marzo de 1492, reconquistada ya Granada, los Reyes Católicos firman en aquella ciudad el decreto de expulsión de los judíos, redactado por el inquisidor general Tomás de Torquemada a instancia de los monarcas. El decreto daba un plazo de cuatro meses para que todos los judíos abandonaran los territorios de las coronas Castilla y Aragón… “Y que jamás tornen ni vuelvan a ellos ninguno de ellos”. En esos cuatro meses, los judíos podían vender sus bienes, llevándose el producto de la venta en forma de mercaderías o de letras de cambio, no en oro ni en moneda acuñada. Evidentemente también existía la alternativa de convertirse al cristianismo; de hecho, en aquellos cuatro meses se convirtieron y bautizaron muchos judíos, especialmente los más ricos y los más cultos, entre ellos la mayoría de los rabinos… La pela es la pela, supongo.

Los que decidieron no convertirse tuvieron que malvender sus posesiones, y en la gestión de sus letras de cambio los banqueros –en su mayoría italianos- aplicaron altísimos intereses; aparte de eso tuvieron enormes dificultades para recuperar algo del dinero que tenían prestado a los cristianos. Aunque no se sabe con certeza, las investigaciones más recientes estiman que fueron expulsados entre 50.000 y 80.000 hebreos.

Como algunos judíos identificaban la península ibérica con la Sefarad de la Biblia, estos expulsados por los Reyes Católicos recibieron el nombre de sefardíes, que conservaron en su cultura la lengua que se hablaba en la península en el bajo medievo, aunque lógicamente, como todos los idiomas vivos, ha ido evolucionando con el tiempo.

Y así acabó la presencia de los judíos en España, que siempre albergaron hacia su vieja patria un sentimiento contradictorio hecho de una mezcla de rencor y de nostalgia.

Bien, pues, tras tan generoso inciso histórico, paso al objeto principal de este texto, que no es otro que plantear el hecho de que una estancia tan larga de los hebreos en España, ha impregnado a nuestro país de cientos de creencias, tradiciones, palabras y costumbres que arraigaron y florecieron en la península, nombrando oficios, enseres y lugares, generando patronímicos y apellidos que se han mantenido hasta nuestros días.

Para hacerlo evidente, he recopilado algunas decenas de apellidos de los que se sabe que tienen procedencia judía. No están todos los que son pero sí son todos los que están; en realidad me he guiado por un criterio la mar de simple: he recogido aquellos que me sonaban de gente española de todos los ámbitos que he conocido a lo largo de mi vida… entre los que quizá estés tú. Por eso quiero dedicar este escrito a todos mis amigos y conocidos de hoy y de antes, porque no dejaría de ser gracioso que en él descubrieran que su apellido acaso sea de origen judío, lo que no implicaría en manera alguna que sean hebreos (salvo que sí lo sean) sino que su apellido tiene un rancio abolengo y ha sobrevivido a multitud de avatares a lo largo de la historia de España.

Vamos a ello por orden alfabético:

–Aceña, Acevedo, Acosta, Acuña, Adrián, Aguado, Aguilar, Alcalá, Alcalde, Alcañíz, Alcaraz, Alfonso,Almonte, Alonso, Álvarez de Toledo, Álvarez, Álvarez de Castro, Antúnez, Andrade, Aragón, Aranda, Araujo, Arias, Arnau, Ávila, Avilés, Aznar.

–Baamonde, Badía, Baeza, Bahamonde, Balaguer, Barahona, Barceló, Barcelona, Barrachina, Barragán, Barrionuevo, Bartomeu, Bazán, Béjar, Bejarano, Beltran, Benavente, Benet, Benítez, Benito, Berenguer, Berganza, Bermejo, Bisbal, Blanco, Bobadilla, Bonet, Buendía, Burgos.

–Caballero, Cabral, Cabrera, Carrasco, Cajal, Calahorra, Calamaro, Calderón, Calle, Calvo, Camacho, Campo, Camus, Cano, Caraballo, Carabias, Carballo, Carbo, Carbonell, Cárdenas, Carmona, Carrasco, Carretero, Carrilllo, Carrión, Carvajal, Casals, Casares, Casas, Castellanos, Castillo, Castro, Catalán, Cava, Cavallé, Cazorla, Celdrán, Cerezo, Cervera, Céspedes, Chacón, Chamorro, Chaves, Chávez, Clemente, Colomer, Company, Conesa, Contreras, Cordero, Córdoba, Coronel, Correa, Cortés, Costa, Crespo, Cruz, Cuellar.

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–Dalmau, Daniel, Dávila, Delgado, Díaz, Díez, Dorado, Duarte, Dueñas, Duque, Durán.

–Egea, Elvira, Encinas, Enríquez, Eraso, Escalera, Escobar, Escudero, España, Espinosa, Esteban, Estévez, Ezquerra.

–Fajardo, Falcó, Fernández, Ferreiro, Figueroa, Flores, Fonseca, Fontán, Fontanals, Forcadell, Fraga, Franco, Fuentes, Fuster.

–Galindo, Gallego, Galves, Gamboa, Garcés, García, Gento, Giménez, Gimeno, Girona, Godínez, Godoy, González, Granados, Guerra, Guillén, Gutiérrez, Guzmán.

–Haro, Heredia, Hernández, Hernando, Herrador, Herrera, Hierro, Huerta, Huesca, Huete, Hurtado de Mendoza.

–Ibáñez, Illescas, Iniesta, Izquierdo.

–Jaén, Jaime, Jara, Jaramillo, Jerez, Jiménez, Jimeno, Jordán, Juárez.

–Labrador, Lacalle, Laguardia, Laguna, Laporta, Laredo, Lázaro, León, Lerma, Leyva, Lillo, Lindo, Lleida, Llerena, López, Lorca, Lorenzo, Losada, Lozano.

–Machado, Macías, Madrid, Maldonado, Manrique, Marco, Márquez, Marquina, Martínez, Mateos, Medina, Melero, Méndez, Mendizábal, Mendoza, Meneses, Mercader, Mercado, Merchán, Mestre, Millán, Millares, Miró, Molero, Molina, Montero, Montesinos, Monzón, Moraga, Morales, Morcillo, Moreno, Morón, Mosquera, Mota, Moya, Munir, Muñoz, Muriel.

–Nadal, Nágera, Narbona, Narváez, Navarrete, Navarro, Negrín, Nieto, Nogueira, Núñez.

–Obrador, Ocaña, Olivares, Oliver, Olmos, Onís, Orgaz, Orozco, Ortega, Ortiz, Osorio, Osuna.

–Pacheco, Palenzuela, Palomo, Panadero, Paredes, Parejo, Pascual, Pastor, Patiño, Pelayo, Pellicer, Peñas, Pereda, Pérez, Perrelló, Pineda, Platero, Polanco, Polo, Pombo, Porta, Porter, Portero, Prieto, Pujol.

–Ramírez, Ramos, Recio, Redondo, Rey, Reyes, Ribas, Ribeiro, Rico, Ripoll, Rivera, Robles, Roca, Rodó, Rodríguez, Rojas, Román, Romero, Rosell, Rothschild.

–Saavedra, Sabater, Sabina, Salama, Salazar, Salcedo, Saldaña, Salgado, Salido, Salinas, Salvat, Sánchez, Saporta, Sarabia, Sarmiento, Sastre, Serrano, Sevilla, Sirvent, Sobrado, Soldevilla, Soler, Solona, Sordo, Soria, Soriano, Suñer.

–Tabares, Tarrega, Tavares, Teixeira, Tirado, Toledano, Torres, Torrijos, Trías.

–Úbeda, Uceda, Ulloa.

–Vaamonde, Valdés, Valera, Valero, Vallejo, Vaquero, Vázquez, Vega, Velasco, Velázquez, Ventura, Vergara, Vidal, Vila, Villa, Villanueva.

–Yañez, Yepes.

–Zambrano, Zamora, Zaragoza, Zayas, Zorrilla, Zúñiga.